Todos queremos que nuestros hijos sean líderes. Hagan lo que hagan en su vida deseamos que lo hagan con pasión, que sea valientes, resilientes, auténticos y que vivan su existencia en plenitud. Deseamos que se conviertan en buenas personas que inspiren a otros a ser mejores, que contribuyan mejorar el mundo en el que vivimos en beneficio de todos y sobre todo de las generaciones venideras.
Pues bien, como sus padres somos las personas con más influencia en su camino hacia su desarrollo como líderes. Tenemos una posición privilegiada para modelar y enseñarles las habilidades que les permitirán liderarse a sí mismos y liderar a otros en este mundo cada vez más desafiante. Ese puede ser nuestro mejor legado. No hacer nada conscientemente para su desarrollo como líderes es en cierto modo asumir que pueden deslizarse hacia el victimismo y hacia una aceptación resignada del statu quo.
Es una gran responsabilidad la que tenemos como padres. Y lo mejor de esa responsabilidad, la de hacer crecer a nuestros hijos como líderes, es que son las pequeñas cosas que hacemos en lo cotidiano las que los modelan para convertirse en el tipo de persona que quieren y pueden llegar a ser. En esta entrada voy a dar cuatro recomendaciones para que puedas desarrollar el liderazgo de tus hijos, para que los hagas líderes de su propia vida. En la próxima entrada daré cuatro sugerencias más.
1. Desarrolla su inteligencia emocional. Nuestros hijos aprenden la inteligencia emocional de nosotros, sus padres. Y no de lo que decimos sino de lo que hacemos. Los chicos tienen la capacidad de absorber como esponjas nuestro comportamiento. Y sobre todo aquel que respondes en situaciones emocionalmente demandantes. Hace más de dos décadas que se está demostrando repetidamente que la inteligencia emocional es el factor más importante para el desarrollo de líderes, siendo uno de los elementos fundamentales de cualquier proceso de coaching ejecutivo.Para desarrollar a tus hijos como líderes debes tener un plan para modelar su inteligencia emocional desde muy pequeños. Para ello puedes empezar con estos dos libros con recomendaciones prácticas: Inteligencia Emociona Infantil y Juvenil de Linda Lantieri y Daniel Goleman; y Educar con inteligencia emocional de Maurice J. Elias. En este blog hay numerosos cuentos y fábulas para jóvenes y mayores con los que desarrollar también la inteligencia emocional de nuestros hijos, sobre todo si los leéis juntos y conversas con apertura y curiosidad con ellos sobre qué les ha llamado la atención de esa fábula y cómo podría aplicarla en su vida.
2. No te obsesiones con sus logros. Muchos padres viven obsesionados con el hecho de que sus hijos consigan logros y metas porque creen que ello les hará convertirse en personas orientadas a resultados extraordinarios en su vida. Sin embargo, obsesionarse excesivamente en los logros de nuestros hijos puede tener serios efectos contraproducentes.Uno de ellos es que llegan a creerse que lo importante es conseguir resultados a nivel individual. Sin embargo, los mejores líderes saben rodearse de gente sensacional porque son muy conscientes de que los grandes logros de verdad, en la vida real, se consiguen fundamentalmente trabajando con otras personas, creando buenas relaciones y buenos equipos. Muchos chicos solo quiere ser el mejor de la clase, el que gane el trofeo de mejor jugador de su equipo del colegio, y más adelante… el famoso de turno.
Y otro motivo importante para no obsesionarse por los resultados viene del hecho de que estos chicos llegan a crear que su valía viene condicionada exclusivamente por sus logros, y esto deriva en lo que la psicóloga Carol Dweck llama desarrollar una mentalidad fija, que limita las posibilidades de nuestros hijos, en vez de una mentalidad de crecimiento, que les permite alcanzar posibilidades desconocidas e ilimitadas.
3. No te pases con el reconocimiento. Los padres que nacimos en España y en las décadas de los 60 y los 70 nos caracterizamos por haber tenido escaso reconocimiento de nuestros padres. Y viajando un poco por el mundo he visto que esto también se da en otros países, sin duda entre nuestros hermanos de Hispanoamérica. Y por contraste a esta educación que queremos mejorar en nuestros hijos, y también a una interpretación equivocada de lo que es la psicología positiva, muchos caen en el error de llenar de elogios, reconocimientos y premios a sus hijos. Es cierto que los niños necesitan el reconocimiento para construir una sana autoestima. Pero infortunadamente pasarse con los elogios no ayuda a construir más seguridad en sí mismos. Si se les elogia cada vez que hacen su tarea escolar cotidiana, cada vez que le dan una patada a un balón o siempre se da reconocimiento a todos los que forman un equipo, hagan lo que hagan, para que nadie quede excluido entonces les creamos confusión y una confianza en sí mismos falsa y débil. Así que dales reconocimiento y muéstrales cuán orgulloso te sientes de sus esfuerzos y de la pasión con la que hacen algo; pero no los ‘enjabones’ inmerecidamente ni los consideres superestrellas cuando sabes que eso no es verdad.
4. Déjales que asuman riesgos y que fracasen. El éxito en la vida está vinculado a asumir riesgos. Cuando lo padres sobreprotegen a los hijos para que no lo pasen mal, para que sean siempre felices y tengan una infancia plena de hecho no les están permitiendo ni el asumir riesgos ni las consecuencias derivadas de estos.Cuando a uno no se le permite o se le da el espacio para equivocarse y fracasar entonces no entiende el concepto de riesgo y se le está cercenando su capacidad de emprender, de crecer y de ir más allá de la zona de confort, cualidades esenciales para una vida plena. Un líder no puede evaluar bien la asunción de riesgos hasta que conocer bien el saber amargo del fracaso. El camino al éxito está hecho de fracasos.
Cuando con la mejor intención tratas de proteger a tus hijos del fracaso para fortalecer su autoestima de hecho estás promoviendo en ellos una baja tolerancia al fracaso que les dificultará su desarrollo como líderes. Tampoco les restriegues por la cara ese fracaso. Nuestros hijos también necesitan nuestro apoyo cuando las cosas vienen mal dadas. Necesitan saber que les apoyas y que tú sabes bien lo que duelen esos fracasos. Tu apoyo les permitirá vivir esa experiencia con normalidad, con la intensidad que merece, y saber a la vez que podrán remontar el vuelo, que ese fracaso, sea el que sea, pasará. Y es así como se construye el carácter de un líder.
Cuídate, P.
* Nota: Aunque ya lo he dicho alguna vez no está de más que vuelva a recordar algo. Utilizo el género masculino como genérico para referirme tanto a ellas como a ellos. En este caso tanto a nuestros hijos como a nuestras hijas. Reconozco que es algo que me incomoda, aunque sea gramaticalmente correcto. Pero a día de hoy me incomoda más cualquiera de las alternativas que conozco:
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5 Comments
Bravo !!! Y cuanta razón Como siempre.
Por cierto, comparto totalmente tu nota
Fantásticas recomendaciones para ayudarnos a ser mejores líderes en lo personal y lo profesional, como siempre. Gracias Pablo!
Los pensamientos que sacuden mi mente tras esta lectura es que consideramos a nuestros hijos como extensiones nuestras, por ende todos nuestros miedos, experiencias, fracasos, exitos, etc.. son proyectados sobre ellos como una serie de valores que consideramos inmutables y pilares de su desarrollo, proyectamos moldes que no son ya validos ni para nosotros en el famoso entorno VUCA que tambien se vive en la sociedad, proyectamos este molde sobre nuestros hijos que tienen personalidades diferentes a las nuestras.
Desconozco si es factible desarrollar la inteligencia emocional, si somos capaces de no proyectas nuestros fallidos logros sobre ellos, si adoptamos un rol de reconocimiento por el que nosotros no recibimos o si el miedo al fracaso de ellos lo asociamos al nuestros como padres. Toda una aventura educar pero que sin duda es una oportunidad de autoconomiento como padres y personas, ellos son alumnos y profesores.
P.D. Pablo me emocione, darte las gracias pues tus lecturas son un bisturi emocional de autoconomiento personal enormes.
Es un honor y placer tener este priviligio de leerte.
Gracias.
Como siempre, excelente en sus reflexiones y consejos. Para la nota final simplemente sugerirle el empleo del término «menor» en sustitución de «niños».
Gracias.