Vivía un cuervo en el bosque y llevaba una existencia bastante satisfactoria, comiendo bayas, frutas, cereales, todo tipo de insectos e incluso algunos pequeños reptiles.
Pero un día vio un cisne por primera vez. Y se dijo: ‘esa ave es muy blanca. Y yo soy tan negro como el carbón. Debe ser el ave más feliz del mundo’. Y a continuación compartió sus pensamientos con el cisne.
‘De hecho’, le dijo el cisne, ‘yo llegué a pensar que era el ave más feliz del mundo hasta que me encontré con otra a la que llaman golondrina, que tiene dos colores, tanto mi blanco como tú negro’. Y desde entonces pienso que la golondrina debe ser el ave más feliz que existe.
El cuervo fue entonces a conocer a la golondrina, quien le dijo: yo llevaba una vida muy feliz hasta que en uno de mis largos vuelos conocí a un loro. Se trata de un pájaro precioso que tiene varios colores, todos ellos muy vivos.
Fue el cuervo a conocer al loro. Y este le dijo: ‘Efectivamente, fui muy feliz en mi vida hasta que conocí al pavo real, quien al abrir su majestuosa cola despliega la combinación de colores más bonita que jamás conocí.
Y entonces el cuervo fue al zoo a conocer al pavo real. Y vio como cientos de personas se agolpaban alrededor del pavo real para poder disfrutar del gran espectáculo que supone el despliegue de su enorme cola. Y cuando la gente desapareció, el cuervo le dijo: ‘admirado pavo real, miles de personas pagan dinero para poder venir a verte. Cuando la gente me ve a mí se alejan inmediatamente. Tú sí que debes ser el ave más feliz del planeta’.
Y el pavo real le contestó: durante muchos años pensé que era el ave más bonita y feliz de la tierra. Pero precisamente por mi belleza me veo condenada a estar encerrada aquí en este zoo, desde hace ya muchos años. Y en ese tiempo también me he dado cuenta de que tú, cuervo, eres una de las pocas aves que nunca está en una jaula. Así que desde ya hace algún tiempo pienso que si yo hubiera sido un cuervo podría deambular por todo el mundo a placer. Y eso sí que me haría realmente feliz.
Y esto es lo que nos pasa también a los humanos. Somos seres increíbles en diversos sentidos. Uno de ellos es que nacemos con posibilidades infinitas de convertirnos en lo que ni siquiera podemos llegar a imaginar. Esa flexibilidad la pagamos por lo dependientes que somos durante muchos años y por una tendencia natural a la insatisfacción que no sirve de motor para alcanzar esas inacabables posibilidades.
Guiados por esa tendencia a natural a la insatisfacción que ha sido reforzada por nuestra educación hacemos constantemente comparaciones con los demás. Y muchas de esas comparaciones, la mayoría, nos llevan a sentir frustración, tristeza y hasta envidia. No valoramos suficientemente aquello que tenemos, aquello que Dios o la vida nos ha otorgado, nos ha regalado. Y miopes juzgamos como infortunio aquellos avatares que consideramos mala fortuna. Y esto nos lleva inexorablemente a un círculo vicioso e interminable de insatisfacción, de infelicidad.
Aprender a ser feliz con lo que tienes en lugar de ser desdichado por lo que no has alcanzado o has dejado de tener es una cualidad de aquellos que se lideran con éxito. Siempre hay y habrá quienes tengan más que nosotros. No existe nadie que no pueda perder en cualquier momento algo que aprecia y valora. Y aquel que sin caer en el conformismo está satisfecho con lo que tiene puede llegar a ser la persona más feliz del mundo.
En tu mano está. Así que no dejes de ser feliz,
P.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR
6 Comments
Pablo, me encanta el artículo de hoy, una joya para hacer pensar. Qué claro y sencillo, y cuántas veces se repite esta forma de actuar. Lo voy a compartir con el resto de mi equipo.
Gracias, Javier. Un abrazo grande para ti y todos los que hacéis el dinero 😉
Pablo, este artículo me llega en el momento ideal. Una fábula para tener presente cuando caiga en el error. La compartiré!
Me alegro, Laura y gracias por compartir, P.
Gracias Pablo. Con esta fábula abundas en un tema sobre el que vuelvo con frecuencia. Cuanto más privilegiados somos, más caemos en esas comparaciones que no nos dejan disfrutar de las bendiciones que nos rodean.
Así es Natxo, y es parte de nuestra naturaleza. Abrazo, P.