Cada vez que sonríes a alguien es un acto de amor, un regalo a esa persona, algo hermoso. – Madre Teresa
En 2004 escuché por primera vez a mi maestro Brian Bacon, fundador y presidente de mi organización Oxford Leadership, contar una fascinante historia sobre una lección magistral sobre liderazgo de la Madre Teresa de Calcuta.
Nos contó Brian que en 1991 se celebró en San Francisco un gran evento sobre ‘liderazgo y gestión del cambio’. Todos los grandes nombres del momento, los gurús, estaban presentes como oradores. Y al acabar el evento en una escala de 1 a 10 las valoraciones de todos ellos eran muy altas, entre 8 y 10. Pero había una persona que había obtenido un promedio superior a 10; algunos asistentes le habían dado un 15 y hasta un 20. ¿Quién era esa persona? La Madre Teresa.
Estaba en San Francisco por otro motivo y los organizadores vieron la oportunidad de invitarla a participar en el evento para que, como una de las grandes líderes mundiales del momento, fundadora de las Misioneras de la Caridad, compartiera su punto de vista sobre el tema de la conferencia. Y allí que se presentó ella y su discurso duró apenas unos pocos minutos.
De hecho habló muy poco, porque al entrar en el enorme escenario esa mujer pequeña, de tez cetrina y enfundada en su clásico hábito de monja permaneció quieta, serena y en silencio durante casi un minuto mirando con atención de lado a lado a los varios miles de asistentes.
Y tras ese impactante silencio dijo de modo pausado, humilde y contundente:
‘Yo no sé nada sobre liderazgo y cambio; pero si sé que si quieren ver cambio en sus organizaciones necesitan conocer y amar a su gente, porque si no conocen a su gente no habrá confianza, y si no hay confianza la gente no asumirá riesgos, y si no asumen riesgos no habrá cambio. Y deben amar a su gente, porque sin amor no habrá pasión, y si no hay pasión ellos no se sentirán poderosos, y si no se sienten poderosos no habrá cambio. Así que si quieren ver el cambio en su gente primero deben conocerlos y deben amarlos.’
Y yo quiero resaltar que dijo amar. Es curioso cómo desde que empecé a trabajar en el mundo empresarial, hace casi 25 años, siempre he oído hablar de miedo. El miedo existe y del miedo se habla y se escribe. El amor también existe, por supuesto, pero casi nadie habla de él en las empresas.
Y justo el mismo año que yo empecé mi carrera profesional en la gestión de recursos humanos aquella pequeña y tenaz monja de origen albanés se subió por casualidad en uno de los altares del liderazgo empresarial y con humildad compartió su lección magistral que impactó en muchos de los presentes y que aún lo sigue haciendo entre los no presentes: el liderazgo y el cambio requieren conocer y amar a tu equipo, a tus colaboradores.
Sé feliz, P.
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4 Comments
Amar, en su definición budista, es querer la felicidad del otro. En occidente solemos confundir el amor con que el otro nos haga felices a nosotros. Le amo porque me hace sentir bien. Visión muy limitante.
En una organización podría traducirse como querer, tener la intención, de que el otro tenga éxito. Empeñarse en que la persona de lo mejor de si mismo para el conjunto, los cual en si mismo sería otro acto de amor, en este caso del amado que contribuiría con amor.
El amor tiene una característica expansiva: cuanto más das más tienes y más se multiplica.
¿Cómo sería una empresa si cada persona tuviese la intención y actuase para que el otro tenga éxito?
Desde estos puntos de vista amar es imprescindible para liderar y para extender está potente cualidad humana.
Gracias Pablo
Genial complemento a esta entrada, querido Fernando. ¡Gracias a ti!
Pablo muchas gracias por compartir esto tan sencillo pero tan valioso. Recientemente he escrito un libro llamado «Rousseau no usa bitcoins, una revolución pacífica hacia una sociedad con sentido» . Y uno de las ideas de mayor importancia del mismo es qué señala el dar y recibir amor como el mejor regalo para el ser humano. Ojalá en un futuro la compasion, la gratitud y el amor se convirtieran en factires de motivación y generación de movimiento en la sociedad con mayor peso que el dinero. Un abrazo
Gracias, Alfredo. En esa dirección somos más cada día los que estamos remando. Abrazo, P.