Un coach ejecutivo puede elegir entre ayudar a sus clientes a conseguir cambios significativos y extraordinarios en el largo plazo o ayudar a sus clientes a que se sientan mejor en el corto plazo, pero con una alta probabilidad de que se desilusionen a largo plazo y tiren la toalla.
Si bien es cierto que la experiencia me ha mostrado que ambos escenarios son posibles y hasta recomendables, yo siempre trabajo con mis clientes enfocándome en el largo plazo, apostando por el enorme potencial que tienen y que en muchos casos no ven ni ellos mismos, a la vez que intento que tengan significativas mejoras o descubrimientos a corto plazo que les ayuden a disfrutar de tempranos éxitos y a mantenerse motivados y comprometidos con el proceso. Es cierto que con algunos clientes este enfoque es más difícil que con otros y siempre tengo que ir haciendo ajustes para adecuarme a diferentes situaciones.
Lo que sí rechazo y reconozco que hasta llego a detestar (por mucha consciencia estoica que trato de cultivar) son los coaches que venden el coaching con la típica jerga publicitaria de ‘conseguimos grandes resultados, en poco tiempo, con un enfoque revolucionario sin esfuerzo por parte del cliente, de modo divertido y por una ridícula cantidad de dinero’.
La realidad es que en esto tampoco hay soluciones rápidas, que el cambio real consolidado requiere un esfuerzo enorme sostenido en el tiempo. Que en el camino surgen dudas, resistencias, frustraciones y fracasos. Y que además, mejorar de modo significativo y sostenible como líder, al igual que perder peso y estar en buena forma física, no va a solucionar todos los problemas de tu vida. Y, finalmente, adquirir un gran nivel como líder es algo que requiere un compromiso de por vida, sobre todo si realmente deseas que realmente sea bueno.
A menudo pienso que dedicarme profesionalmente al coaching es el modo que yo he elegido para mantenerme regularmente fuera de la zona de confort y poder sostener en el tiempo ese titánico esfuerzo que implica desarrollar mi propio liderazgo. Aunque, que nadie se alarme, para desarrollarse como líder no hay que dedicarse profesionalmente al coaching. He tenido decenas de clientes que encuentran en sus roles como altos directivos el terreno ideal para desafiarse continuamente en su desarrollo como líderes. Y parte de ese desafío es también ejercer como ‘líder-coach’ de las personas que lideran.
Sé que todo esto puede sonar bastante ‘duro’ o ‘pesado’, quizá desalentador, y que a alguno se le pueden quitar las ganas de meterse en un proceso de coaching si es que tenía algunas. Y me parece bien que sea así. Porque es realmente ‘duro’ y ‘pesado’. Los profesionales exitosos no temen los desafíos. De hecho son los desafíos constantes, claros y específicos, los que permiten conseguir resultados extraordinarios. Y también me parece bien que muchos se desalienten por anticipado porque el éxito del coaching requiere una enorme motivación y determinación del cliente.
Los coaches que tienen el valor y la habilidad de decir a los clientes desde el principio la verdad de lo que es el coaching ejecutivo y que les desafían al fijarse objetivos son los que van más allá de ser ‘amigos bien pagados’. Son los que realizan un coaching honesto, realista y a la vez desafiante y que hace la diferencia; con perdón por el anglicismo ?
Sé feliz, P.
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1 Comment
Gracias Pablo. Seguimos «enganchados» a tus artículos y nos comprometemos a sacarl el máximo partido.