El egoísmo en altos directivos puede ser corregido. Pero solo por ellos mismos. Se requiere un esfuerzo deliberado por su parte para reenfocarse y ver las cosas desde una perspectiva más amplia.
En casos que no sean extremos (por suerte, la gran mayoría no lo son), el trabajo con un coach ejecutivo capacitado y especializado en alta dirección puede ayudar muchísimo. De hecho, esta suele ser muchas veces la única alternativa para que estos líderes tomen consciencia y puedan mejorar.
Un coach ejecutivo experimentado puede guiar a estos líderes abrasivos hacia una perspectiva mucho más funcional, abierta y poderosa para conseguir lo que ellos desean por encima de todo: tener éxito.
Algunas características de estos líderes son positivas y beneficiosas. Su audacia y su confianza son buenos activos con los que guiar e inspirar a otros. Solo que estas características deben poder controlarse y ser utilizadas de modo combinado con otros importantes atributos del liderazgo.
También, casi todos estos líderes desean realmente tener una vida más equilibrada, con mejor calidad que la que disfrutan. Esta suele ser otra dimensión con la que poder trabajar con ellos un liderazgo más eficaz y creativo.
Para minimizar los efectos nocivos del ego (insalubres también para ellos), a estos líderes se les pueden ofrecer oportunidades para encontrar un equilibro más consciente entre:
Estos líderes necesitan enfocarse en el arte de auto-gestionarse, empezar a ver dónde pueden canalizar y hasta suprimir el ego cuando sea necesario. Deben, sin duda, tomar consciencia de los riesgos y peligros de no cambiar (gran parte de la motivación para un proceso de coaching exitoso con estos líderes viene de ahí).
Para poder trabajar con ellos es necesario ofrecerles un diagnóstico riguroso y preciso de sí mismos, lo más objetivo posible, y con el que puedan ver a distancia y en un entorno de seguridad (confidencialidad) cuál es el impacto, deseado y no deseado, de su comportamiento.
Ello permitirá trabajar con ellos suposiciones falsas que no les ayudan y de las que deberán desprenderse. Deberán reconocer patrones o hábitos automáticos disfuncionales y, poco a poco, resistir la tentación de mantenerlos.
El riesgo de caer en la tentación de la prepotencia o la arrogancia siempre estará ahí, seguramente durante el resto de su vida. De hecho, este un riesgo con el que casi todos convivimos. Pero la experiencia muestra que las mejoras que estos líderes pueden conseguir en pocas semanas de trabajo son extraordinarias.
Un aspecto clave para corregir las tendencias egoístas es el desarrollo de la inteligencia emocional. De nuevo, muchas de estas personas, miembros de la alta dirección, son poco proclives a aprender de ello en grupo, junto a otras personas. Pero sí suelen estar dispuestos a abrirse si lo hacen en un entorno más íntimo y seguro; con un profesional en el que puedan confiar.
Algo que suele funcionar bien en estos procesos de desarrollo emocional es ir empequeñeciendo al ego con la práctica deliberada de la humildad. Esta es la mejor competencia para someter al ego al tratamiento que merece. Se trata de un proceso difícil para el directivo, pero con el apoyo adecuado se puede hacer. Los resultados que se consiguen valen la pena. El primer beneficiado de ello, consiguiendo una mayor calidad de vida, es el propio interesado.
Otra actividad habitual en estos procesos de coaching es el ir reconociendo y aceptando los puntos de vista de los demás. Nadie que desee mejorar puede hacerlo prescindiendo de la opinión de los demás. Aprender a solicitar feedback y obtener ayuda es una práctica vital que estos líderes deben empezar a utilizar para domar sus tendencias egoístas.
Adicionalmente a lo ya expuesto, Ryan Holiday propone varios principios guía que los líderes pueden usar para superar sus actitudes naturales de prepotencia o arrogancia.
1. Los líderes egoístas son buenos hablando de sí mismos, hablando en grande. Pero esos discursos buscan la aprobación y esconden el verdadero logro. Los discursos nos agotan. Hablar y hacer son dos actividades que compiten por los mismos recursos. Nada baja a la tierra a un bienintencionado charlatán como ponerse a realizar un plan serio y detallado para alcanzar un objetivo complejo.
Se necesita una mente sobria y una actitud humilde para evaluar las capacidades necesarias para lograr el éxito. Son los logros presentes, no los discursos, los que hacen que un líder tenga éxito e inspire a otros.
2. Los líderes con gran ego creen que su misión es ganar y tener éxito sobre los demás. El principio a seguir aquí es darse cuenta de que la única misión significativa en la vida es perseguir un propósito más grande que ellos mismos.La elección clave es vivir de acuerdo con una vocación de servir a los demás o vivir para conseguir más y más cosas. Y esto lleva a otra elección clave: preferir ser desinteresado, generoso, por encima de pensar siempre en uno mismo. Es la elección de convertirse en un líder al servicio. La realidad confirma cada día que lo que cuenta en una vida profesional con sentido es tu registro de logros al servicio de los demás, y no lo grande que crees que eres.
3. Los directivos centrados en sí mismos no pueden aprender prácticamente nada porque creen que ya lo saben casi todo. Un axioma en el desarrollo del liderazgo exitoso es que nadie puede saber todo lo que necesita saber para llegar a alcanzar su mejor versión.
El aprendizaje continuo es la única manera de tener éxito, y gran parte de este aprendizaje requiere de la colaboración de los demás, de la interacción con otras personas. Por eso dice el viejo proverbio: ‘el maestro aparecerá solo cuando el alumno esté listo’.
Los mejores líderes, los más valiosos, son los que saben que siempre hay cosas importantes por aprender. Son los que reconocen que hay otros mejores que ellos, y muestran el interés y la humildad para aprender de ellos. Saben tragarse el orgullo, pedir y recibir feedback, admitir errores y deficiencias y aprender con todo ello.
4. La historia no engaña. Los directivos egoístas se benefician de apreciar la evidencia histórica de que la grandeza comienza con humildad. Esto requiere que aprendan y mejoren sin llamar la atención. El verdadero éxito se obtiene, como decía, sirviendo a los demás, sean clientes, colegas, empleados… Aportando valor a cualquier persona con la que nos crucemos en la vida.
Es esto, y no nuestra propia propaganda y autobombo, lo que construye la verdadera reputación de uno. Aportar a los demás es la mejor manera de ayudarse a uno mismo. Y ello requiere tener un corazón humilde y progresivamente separarse del ego, o ir haciéndolo más pequeño.
El ego es un embustero que distorsiona nuestra realidad. Aquellos que son capaces de ignorar los pensamientos e imágenes internos que distorsionan nuestra percepción y nos llevan a considerarnos más importantes, mejores, tendrán más oportunidades de vencer a las tentaciones del ego.
Todos necesitamos una percepción más clara y honesta de lo que sucede a nuestro alrededor. Por ello todos necesitamos los puntos de vista de los demás.
Los líderes que puedan adoptar estos principios, o mejorar su alineamiento con ellos si ya los cumplen en cierta medida, adoptando nuevas perspectivas y hábitos, serán los que se ganen la confianza de su gente. Ello permitirá que organización y personas prosperen de manera destacada y sostenible.
Cuídate, P.
En esta serie, ver también:
El EGO: principal enemigo del buen liderazgo
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