Hoy quiero escribir sobre un libro fundamental para coaches, directivos y personas interesadas en el desarrollo del liderazgo. Se trata de ‘El juego interior del tenis’ de W. Timothy Gallwey. Leí por primera vez ‘el juego interior’ en 2005. Meses antes había empezado mi formación como coach y este libro era lectura obligatoria. Lo he consultado y releído varias veces desde entonces y recientemente he vuelto a conectar con él por dos clientes. Se lo recomendé al primero porque es muy aficionado al tenis, no conocía el libro y le ha encantado; y el otro me dijo hace solo unos días que era uno de sus libros de cabecera.
Gallwey lo publicó hace 40 años y ya entonces fue un éxito, con ventas 100 veces superiores a lo esperado por autor y editor. Aunque como su título indica se trata de un libro dirigido fundamentalmente a mejorar los resultados de deportistas profesionales, particularmente tenistas, la verdad es que no se trata solo de un libro de tenis ni de deporte, sino un libro sobre cómo liberar tu máximo potencial en cualquier ámbito de la vida. Hoy se le considera uno de los libros fundacionales del coaching moderno.
Los elementos básicos del juego interior son simples y bastante antiguos. En síntesis lo que Gallwey nos comparte es que cuando una persona trata de dominar una disciplina, la que sea, y quiere alcanzar su máximo potencial en ella, se enfrenta a una dinámica que ocurre en su mente y que se convierte en uno de los mayores obstáculos precisamente para alcanzar ese máximo potencial.
Todo juego consta de dos partes, un juego exterior y un juego interior. El exterior se juega contra un adversario externo o contra las circunstancias y el entorno para superar obstáculos externos y alcanzar una meta externa. Por el contrario, el juego interior tiene lugar en la mente del ser humano, y se juega contra obstáculos como la falta de concentración, el nerviosismo, las dudas sobre sí mismo y la excesiva autocrítica.
Gallwey observó que mientras uno trata de aprender a jugar al tenis mantiene una conversación permanente consigo mismo. Una parte de ese monólogo interior está basado en el miedo y en la duda de sí mismo, lo que promueve un estado poco propicio para su buen desempeño. A esa voz interior crítica y controladora la llamó ‘yo número 1’. Mientras que al yo que actúa, que debía golpear la pelota le llamó ‘yo número 2’. Y descubrió que cuanto menos monólogo crítico y controlador había mejores eran los golpes. Cuanto más confiaba el jugador en el potencial de su ‘yo número 2’ mejor jugaba, y al mismo tiempo más silencioso se quedaba su ‘yo número 1’. Así de sencillo es el argumento fundamental de esta influyente aportación de Gallwey. Y en el libro nos da numerosas pautas fundamentales para silenciar el ‘yo número 1’ y ganar más confianza en el ‘yo número 2’.
El trabajo interior debe ser realizado individualmente por cada persona. Nadie puede hacerlo por ti. Un buen entrenador o coach puede sin duda ayudar, aunque aprender a no estorbarse a uno mismo es resultado de la propia experiencia, del trabajo personal continuo.
¿Te animas? ¡Vale la pena!
Sé feliz, P.
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4 Comments
Excelente artículo Pablo, tal y como nos tienes acostumbrados.
Leí el Juego interior del tenis hace un tiempo y ahora estoy releyendo «La vocecita» de Blair Singer, muy interesante y práctico para poder gestionar nuestros pensamientos más críticos.
Trabajando con mis clientes, hay un gran cambio, una vez que distinguen las distintas voces o mensajes que se dan a sí mismos y empiezan a gestionarlas.
Un abrazo.
Gracias Begoña por tu aportación, sobre todo por la referencia al libro de Singer.
Cuando dejamos que el yo numero 1 se imponga, nos convertimos en nuestro peor enemigo.
En la practica del tenis, del golf, cuando vamos a presentar algo a nuestro jefe… si no creemos en nosotros mismos, pues fallaremos el resto, fallaremos el put, haremos una torpe presentación, … y para colmo el yo numero 1 se sentirá reforzado!
Es la inversa de la función «Pigmalion»
leerlo, merece la pena
Rafa
Sí, hay que tener al ‘yo número 1’ a raya y a la vez apreciarlo como algo propio. Gracias por tu aportación Rafa.