En esta reflexión que publiqué sobre cuál es la visión del dinero en el Estoicismo, apunté que ‘…tus verdaderas necesidades son pocas, y la mayor parte de ellas están bastante cubiertas si vives en una sociedad desarrollada…’. A raíz de ello, en una reciente entrevista que puedes ver en este vídeo, me preguntaron: ¿Cómo distinguir qué es una necesidad de lo que no lo es? ¿Qué criterio seguir?
Estas dos preguntas me han inspirado para escribir esta artículo. Son preguntas perfectas para mostrar la importancia de sostener conscientemente una filosofía de vida. Una filosofía de vida no es más que tener cierta claridad y convicción sobre dos cosas:
Para mí, claramente, esa es la utilidad práctica de la filosofía: entender cómo funciona el mundo para tener una buena vida.
Con respecto a filosofías de vida solventes y contrastadas, recomiendo encarecidamente el libro How To Live A Good Life: A Guide to Choosing Your Personal Philosophy, publicado a principios del año pasado, y donde 15 autores comparten en primera persona, de modo breve y muy práctico, por qué siguen una determinada filosofía de vida, cómo llegaron a ella y cómo les sirve en su búsqueda de la buena vida.
La mía, mi filosofía de vida principal, sin ser excluyente ni dogmático, considero que es el Estoicismo. Aunque no es perfecta y lógicamente debe ser adaptada a nuestros tiempos, es la que mejor he encontrado que encaja con mi trayectoria personal, con mi carácter y valores, y la que hasta el momento me resulta más útil, estimulante y acogedora.
Por tanto, me apoyo en el Estoicismo para responder a la pregunta sobre cómo saber cuáles son nuestras necesidades esenciales, aquellas cosas que necesitamos para tener una buena vida. Otras personas tendrán una opinión diferente. Por eso, aprender a vivir es un arte más que una ciencia, aunque esta última puede ayudar también mucho en el arte de saber vivir.
En mi opinión, cada uno debe decidir cuáles son sus necesidades. Y asumir las consecuencias de esa elección. Si nos fijamos en los filósofos cínicos, primos hermanos de los estoicos, estos argumentaban que cualquier necesidad nos encadena y nos aleja de la buena vida. El ser humano lleva ya consigo todos los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía (libertad), que es el auténtico bien. De ahí, surge su desprecio ya no solo de la riqueza, sino también por cualquier forma de propiedad material. Para ellos, el ser humano con menos necesidades es el más libre y el más feliz. Ello los lleva a vivir una frugalidad extrema, como muchos conocen por el caso de Diógenes de Sinope, así como la anécdota de su legendario encuentro con Alejandro Magno.
En mi opinión, la perspectiva de los cínicos es una visión muy restrictiva y poco práctica de las necesidades humanas, que difícilmente puede conducir a una buena vida. Sí que permite generar una reflexión interesante y estimulante sobre lo que realmente necesitamos o no.
Otra perspectiva, la de los filósofos epicúreos, coetáneos y supuestamente rivales de los estoicos, la encontramos en Filodemo de Gadara, epicúreo relevante del siglo I antes de nuestra era (en How To Live A Good Life: A Guide to Choosing Your Personal Philosophy). Establecía que las necesidades humanas naturales son: seguridad, un hogar, relaciones afectuosas, comida, agua, salud y felicidad.
También me cuesta identificarme con esta perspectiva, que me parece algo inconsistente (quizá a riesgo de simplificar demasiado el pensamiento de este autor y de su escuela). ¿Cuánta seguridad es necesaria en un mundo donde la incertidumbre no solo es ineludible sino consustancial a la libertad? ¿Cómo debe ser esa necesaria morada? ¿Cuánta comida y de qué calidad? Claro que la salud es algo deseable, pero ¿no es posible tener una buena vida con una notable ausencia de salud? La pregunta es retórica porque los casos de personas felices con severas deficiencias de salud son numerosos (y a veces, felices gracias a una transformación personal vinculada a esas severas deficiencias de salud). Sobre todo, me pregunto también, ¿qué es la felicidad y cuánta felicidad es necesaria para una buena vida?
Incluso Thomas Jefferson, reconocido Epicúreo, en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, incluyó aquello del ‘derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad’. Con muy buen criterio, en mi opinión, no escribió ‘derecho a la felicidad’ sino ‘derecho a la búsqueda de la felicidad’.
Mi visión de las necesidades humanas es más bien restrictiva. Las necesidades son subjetivas, y cada uno tiene las suyas propias. Cuantas más sean, más difícil será el satisfacerlas y por tanto más autonomía cederá uno a los demás (a los que necesita para satisfacer esas necesidades); y más se complica uno el legítimo anhelo de tener una buena vida, donde las necesidades básicas estén razonablemente satisfechas.
Estamos en una sociedad donde se promueve y exalta el consumismo, donde el materialismo nos atenaza a todos, y donde el estatus social viene determinado en gran parte por tu capacidad de consumir y de mostrar cierta ostentación material o de riqueza. Es el ‘tanto tienes, tanto vales’, En mi opinión, se trata de una disfunción o patología de nuestra sociedad.
Mi visión de las necesidades humanas esenciales también está influenciada por el fenómeno psicológico de la adaptación hedonista, que es la tendencia biológica a regresar a un nivel de felicidad más o menos estable después de experimentar cambios (positivos o negativos). Es decir, el placer o felicidad experimentada por pasar, por ejemplo, a una vivienda mejor o a un coche mejor, tiende a disminuir con el tiempo; y para volver a experimentar ese mismo placer o felicidad debes ir a por otra vivienda aún mejor o a por otro coche aún mejor. Este fenómeno está estrechamente asociado al conocido como la carrera de la rata (siempre me ha resultado inquietante este alegórico vídeo).
Mi invitación es pues que permanezcas activamente vigilante para cuestionar realmente cuáles son tus necesidades, para poder escapar de todas las influencias y presiones sociales posibles. Mantén la guardia para gestionar bien la adaptación hedonista y para no caer en la carrera de la rata, evitando estar neuróticamente atrapado en esa exaltación consumista y materialista que nos rodea.
En cierto modo, propugno hacer un voto de simplicidad en la vida, sin por ello dejar de disfrutar con medida todo lo que se pueda. Desde esta perspectiva, para mí las necesidades realmente básicas son la alimentación, la respiración, el cobijo, el descanso y la higiene personal.
Estas necesidades básicas están más que cubiertas para la inmensa mayoría de la población en occidente; además, el avance que se ha dado en todo el mundo en las últimas décadas en la cobertura de estas necesidades ha sido extraordinario, aunque siga siendo insuficiente y aún no llegue a todos los habitantes del planeta.
Mi recomendación es que a partir de estas necesidades mínimas, seas prudente con aquellas cosas que conviertes en tus necesidades porque comprometerán tu bienestar y pueden llegar a esclavizarte.
Cuídate, P.
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