La idea de sabotearse uno mismo puede parecer ridícula, pero es algo que muchos de nosotros hemos hecho en algún momento de nuestra vida. Dilación, subestimarnos o fijar objetivos irrealistas son claros ejemplos de cómo nos saboteamos nosotros mismos, aunque la verdadera cuestión que quiero plantear es por qué lo hacemos.
Suena extraño y no es fácil comprender que cuando nos proponemos alcanzar un objetivo concreto, sea cambiar de empleo o encontrar uno cuando no lo tenemos, mejorar nuestra salud haciendo alguna actividad física o perdiendo algunos kilos, o encontrar una relación de pareja, no necesitamos a nadie que no los impida, ya que somos capaces de impedírnoslo nosotros mismos mejor que nadie.
Señales claras de ello son cuando nos decimos que enviaremos el CV la semana que viene, que empezaremos la dieta mañana o que ahora no es buen momento para empezar la práctica deportiva o para dejar de fumar. No es algo que hagamos conscientemente. No es que no queramos tener éxito, conseguir lo que nos proponemos. A veces es que tenemos miedo de consegirlo, en otras no queremos salir de la zona cómoda y en muchas realmente no sabemos lo que queremos de verdad, si de veras queremos conseguir ese objetivo que nos proponemos o simplemente lo fijamos por presión social. A los seres humanos nos gusta tener una vida fácil y cómoda, como es lógico, y aunque alguien pueda realmente proponerse cambiar algún aspecto de su vida, cuando llega el momento de la verdad, lo que ya conocemos, lo que ya hacemos, es más seguro y cómodo que aquello que no conocemos o no sabemos.
Por ello la mayoría permanecerá en un empleo malo, porque al menos ya lo conocen y saben a qué atenerse. Cualquier alternativa es incierta ante lo que ya tenemos. Y emprender cualquier iniciativa en la dirección de cambiar es incómodo. Los seres humanos, de modo natural, solo preferimos el cambio cuando es menos angustioso que lo que tenemos ahora.
Son muchos los que después de diseñar un detallado plan para conseguir su objetivo, no llegan siquiera a empezarlo. Otros se lanzan con determinación y energía y hasta toman medidas adicionales que le van garantizar mantenerse en el camino correcto. “Esto es fácil”, pueden llegar a decirse a sí mismos. Pero en algún momento, entre la tercera y la octava semana de un programa de cambio de hábitos, las cosas comienzan a cambiar hacia su estado original (homeostasis). La motivación empieza a debilitarse y las excusas aparecen por doquier.
Se trata de un círculo vicioso, que muchos de nosotros conocemos muy bien. Eso es el auto-sabotaje y realmente es también un componente del miedo. Muchos pensarán, “¿miedo yo? No, en este caso no es miedo”. Pero sí lo es, se trata de un proceso que se produce cuando un cambio llega demasiado rápido o demasiado intenso, es un mecanismo de defensa. Admitámoslo, todos somos criaturas de hábitos. Y si analizamos un poco el aspecto psicológico de este proceso nos damos cuenta de que a pesar de que nuestro ego nos diga que tenemos lo que hay que tener para acometer cualquier cambio deseable, ello no es posible sin una adecuada autoimagen o una autoestima suficiente. Y cuantas más cosas deseamos cambiar (aunque sea a nivel profundo o incluso inconsciente), más insatisfechos nos sentimos y peor es nuestra autoimagen y autoestima. Y mejorar o cambiar esta autoimagen y autoestima es mucho más complejo que limitar la ingesta de calorías o ir al gimnasio cada mañana.
Para trabajar con éxito en aquellos aspectos de uno mismo que realmente deseamos mejorar, hay que analizar con más profundidad lo que te motiva, lo que de verdad le da sentido a tu vida, lo que de veras piensas de quién eres y qué es lo que haces y si realmente estás dispuesto a luchar cada día para conseguir la vida que anhelas. Y para muchas personas, sobre todo aquellas con un ego mayor (que a menudo confunden con autoestima) o con una autoestima menor y con un apego excesivo, no es nada fácil reconocer que son realmente infelices con la vida que llevan.
¿Y tú, que sí lo has conseguido, cómo haces para mantener tu mecanismo de auto-sabotaje a raya?
Sé feliz, P.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR
2 Comments
Interesante. La reflexión también puede trasladarse a las organizaciones y empresas y entonces ya da vértigo. Me ha recordado «las 50 maneras de evitar el cambio»
http://scbyrnereport.wordpress.com/2008/09/02/here-are-50-reasons-to-avoid-change/
No es facil cambiar porque en mi caso necesito que alguien me ayude pero veo que nadie lo hace.
La gente cuando estas bien se te pegan como moscas, pero cuando estas en un cambio y necesitas apoyo nadie te ayuda, y hacer los cambios solos es muy deficil. Se puede, pero en mi caso es muy, muy dificil.
saludos