Son muchas las veces que me preguntan cómo se prepara uno para ser un buen coach, donde debe estudiar o qué cursos debe hacer. Y siendo imprescindible una buena formación, no lo es menos el realizar un buen trabajo personal con uno mismo. Aquí ya escribí sobre las competencias profesionales del coach y aquí sobre cómo se fabrica un buen coach. Al final de esta última entrada ya apunté la necesidad de que el coach realice un trabajo interior profundo.
Gran parte del trabajo de un coach consiste en enfrentarse con situaciones complejas y ambiguas de sus clientes, en las que una fuente importante de insight de valor viene de sus propios pensamientos, sensaciones y emociones sobre lo que le ocurre al cliente.
Y por eso un coach debe explorar y trabajar a fondo sus asuntos internos y personales para poder calibrar y gestionar sus reacciones típicas frente a sus clientes. Ese conocimiento le permitirá distinguir entre sus patrones o reacciones habituales y aquel insight más específico y relevante sobre el cliente y su situación.
Los coaches puede utilizar sus reacciones internas, su intuición, como pistas fundamentales para comprender lo que ocurre y cómo proceder. Siempre que esos insights sean ajenos a sus propios asuntos.
Junto con ello, también es una cualidad importante para un coach permanecer calmado, aunque interesado y comprometido, ante cualquier situación del cliente. Esa presencia en calma tiene una enorme influencia positiva en los clientes en circunstancias de mucha ansiedad o reactividad emocional.
Y de nuevo la principal fuente para conseguir esta calma es mediante el trabajo de nuestros conflictos y tensiones internas, que todos tenemos y que en gran medida se enraízan en las relaciones con nuestro sistema familiar de origen. Este trabajo nos permite clarificar lo que pensamos, gestionar nuestra reactividad emocional frente a los clientes y, por tanto, estar realmente en contacto emocional con ellos.
Cuanto más trabaje un coach en sí mismo, mayor será su capacidad para la calma frente a cualquier situación y mayor será su competencia para aplicar lo mejor de sí mismo a observar, razonar y sentir sobre sus clientes y sus asuntos.
Sé feliz, P.
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4 Comments
Buenas tardes Pablo,
De nuevo, gracias por tu publicación.
Leyéndola, se me ha encendido una pequeña luz de alarma. Esto se debe a que sigo considerando intrusivo -y por ende, peligroso- introducir al Coaching en terrenos que ya están atendiendo otras profesiones, las cuales precisamente utilizan el análisis y diagnóstico de sus pacientes para decidir cómo intervenir.
Por ello, si considero algunas de tus frases, por ejemplo, «una fuente importante de insight de valor viene de sus propios pensamientos, sensaciones y emociones sobre lo que le ocurre al cliente», «aquel insight más específico y relevante sobre el cliente y su situación», «Los coaches puede utilizar sus reacciones internas, su intuición, como pistas fundamentales para comprender lo que ocurre y cómo proceder», … te agradecería que me facilites comprender cómo encajan tus afirmaciones con esas grandes y conocidas máximas del buen hacer del Coach, como son por ejemplo; «el Coach se centra en el proceso que no en el contenido de lo que comparte el coachee», «el coach no añade nada suyo ni juzga en ningún momento al coachee ni a su situación», «el coach anula su discurso/diálogo interno», …
Muchas gracias Pablo por tus aportaciones.
Saludos,
Miguel
Estimado Miguel, gracias por tu comentario y no sé si seré capaz de facilitarte comprensión alguna. Mi actividad profesional consiste en desarrollar líderes en el ámbito corporativo para que sientan mayor plenitud en sus vidas y contribuyan a transformar el mundo organizativo en positivo, que falta hace. Nunca entro en discusiones sobre solapes, fronteras o intrusismos profesionales. Siendo discusiones relevantes en algunos casos, en la mayoría de las que he vivido en nuestro contexto profesional me parece que responden a un estrecho, defensivo y empobrecedor corporativismo.
Respecto a las que denominas máximas del buen hacer del coach me parece que están cargadas de buenas intenciones y que tienen todo el sentido, sobre todo en la capacitación de coaches. Algunas de estas y otras parecidas las utilizo yo mismo cuando estoy formando colegas.
Y también creo que sacadas fuera de contexto o interpretadas literalmente caen en una puerilidad peligrosa: por ejemplo, no creo que sea posible para ningún coach (y estoy seguro que tú también lo crees) que en una relación relativamente larga o intensa con un cliente ‘no añada nada suyo ni juzga en ningún momento al coachee ni a su situación’. Es más, creo que esa máxima o la siguiente de que ‘el coach anula su discurso/diálogo interno’ están totalmente alineadas con mi entrada. No creo que sea posible ‘anular’ el discurso interno de ningún ser humano; pero los coaches debemos poder gestionarlo, reducirlo, identificarlo, para que interfiera lo menos posible en nuestro trabajo. Y por eso la necesidad de que los coaches realicen un trabajo personal serio y constante.
Abrazo, P.
Sin duda un buen artículo.
Receptor del coaching ya hace tiempo y aprendiz de «mentoring» en la actualidad, he de compartir que la serenidad y tranquilidad en esos procesos son un elemento sumamente importante para conseguir elevar el nivel de confianza en el cliente, sin embargo, esa apariencia externa en ocasiones puede delatar guerras internas que provoquen la falta de control de las mismas y jugarnos una mala pasada. Es decir, si durante el proceso se producen situaciones en las cuales el cliente denote actuaciones de conflicto y te puedas ver identificadas con ellas, puedes expresar esa vulnerabilidad interna que ponga en peligro la sesión.
A qué se puede recurrir en esas situaciones para evitarlo?
Gracias y un saludo… Take café
Paco
No estoy seguro de entender bien tu pregunta, y lo que yo entiendo es que un coach/mentor además de trabajar tanto como pueda sus propios fantasmas como refiero en la entrada, si aun así llega a sentirse demasiado identificado emocionalmente con un asunto del cliente creo que debe compartirlo con él o ella. Creo que expresar vulnerabilidad interna, como tú la llamas, tiene más ventajas que desventajas para la relación de confianza entre coach/mentor y cliente.