Está demostrado que la confianza que los demás tengan sobre nosotros puede darnos la fuerza para poder alcanzar los objetivos más difíciles. Esta es la base del efecto Pigmalión.
Robert Merton designó con el nombre ‘Efecto Pigmalión’ las consecuencias que generan sobre el comportamiento de una persona las expectativas y creencias que se tienen de ella. Si percibe que se le valora poco o que es tratada con desconfianza, esto se reflejará en sus acciones, mostrando resultados tendentes a la mediocridad. Si, por el contrario, percibe que sobre ella se deposita confianza y se le trata con consideración, su desempeño mejorará notablemente. Este efecto también se da con las expectativas que uno tiene sobre sí mismo.
El nombre Pigmalión nace de la leyenda de un mitológico rey de Chipre y hábil escultor, de quien se cuenta produjo una escultura de la diosa Afrodita, tan bella que se enamoró perdidamente de ella, hasta el punto de rogar a los dioses para que la estatua cobrara vida y poder amarla en la vida real. La cultura romana (Ovidio en su Metamorfosis) reelaboró el mito: Venus (la equivalente latina de la griega Afrodita) accedió a sus ruegos y convirtió a Galatea, la escultura, en una mujer de carne y hueso, que se convirtió en su deseada amante y compañera.
Un ejemplo ilustrativo del efecto Pigmalión fue legado por el dramaturgo británico George Bernard Shaw, quien a principios del siglo XX escribió inspirado por el mito la novela Pigmalión, y fue llevada al cine en 1964 bajo el título ‘My fair lady’. En esta película, un refinado caballero inglés emprende la tarea de ‘re-educar’ a una rústica muchacha –vendedora callejera de flores-, desgarbada y analfabeta, para hacerla pasar como una dama de sociedad. El caballero acabará enamorándose de su creación.
Muchos investigadores han llevado a cabo interesantísimos experimentos sobre el efecto Pigmalión. Uno de los más conocidos es el que llevaron a cabo en 1968 los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, bajo el título ‘Pigmalión en el aula’.
El estudio consistió en informar a un grupo de profesores de primaria de que a sus alumnos se les había practicado un test de inteligencia. Luego se les dijo a los profesores cuáles fueron los alumnos que obtuvieron los mejores resultados, esperando que esos alumnos fueran los que mejor rendimiento tendrían a lo largo del curso. Y así fue. Ocho meses después se confirmó que el rendimiento de estos muchachos especiales fue mucho mayor que el del resto. Hasta aquí no hay nada sorprendente. Lo interesante de este caso es que en realidad jamás se realizó tal test al inicio de curso. Y los supuestos alumnos brillantes fueron un 20% de chicos elegidos completamente al azar, sin tener para nada en cuenta sus capacidades.
¿Qué ocurrió entonces? Se constató reiteradamente que los maestros se crearon tan alta expectativa sobre esos alumnos que actuaron a favor de su cumplimiento. De hecho, les habían dedicado, en promedio, más atención que a los demás. Estos trabajos parecen probar que la actitud del maestro tiene un papel preponderante en los resultados del estudiante.
Casi por la misma época, algunos estudiosos de la empresa, como McGregor y Likert, afirmaron que la conducta del directivo genera un efecto relevante en la de los miembros de su equipo. En otras palabras, los empleados responderán según estimen que son las expectativas de sus jefes. En 1973 se publicó en Harvard Business Review el artículo ‘Pygmalion in management’ de J. Sterling Livinstong, artículo que fue reimpreso en un número especial de 2003 y que confirma estas evidencias.
En economía, un caso del cumplimiento del efecto Pigmalión a gran escala se vivió con la crisis económica de 1929 y quizá al comienzo de la actual crisis económica. Si muchas personas están convencidas de que el sistema económico se hunde, se hundirá.
Nuestros comportamientos están influidos por cómo nos ven los demás y por las expectativas que sobre nosotros tiene nuestro entorno: familiares, amigos, compañeros y jefes en las empresas. La confianza en uno mismo, aunque sea contagiada por un tercero, nos puede dar la suficiente fuerza para alcanzar lo que esperamos, para llegar a ser lo que creen y creamos que podemos ser. La invitación al abandono, a la resignación de no conseguir nuevas metas, de plantarse en medio del camino, nos influirá negativamente también.
En definitiva, todos los días respondemos a lo que las personas que nos rodean esperan de nosotros, para lo bueno y para lo malo.
Te dejo unas preguntas de reflexión que te ayudarán a mejorar como líder:
Mejora tus expectativas sobre ti y sobre los demás y… sé feliz, P.
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10 Comments
Efectivamente el poder de la mirada en ti mismo y en los demás es impresionante. Me emociona verlo cada día con mis clientes. Una nueva forma de verse, una nueva perspectiva de ellos mismos conlleva cambios y transformaciones de gran magnitud. Gracias Pablo por difundirlo extensamente, estás provocando un efecto sanador en nosotros y en las personas que nos rodean.
Muchas gracias, Dani! No solo por este comentario sino sobre todo por tu mirada hacia mí, tan posibilitadora y estimulante, que me anima a ser mejor cada día.
Gracias, totalmente de acuerdo, sí es cierto que la mirada del otro influye en cómo nos vemos y crea un efecto en nuestro rendimiento y comportamiento tanto para crecer como para quedarnos dónde estamos.
¡Gracias por tu comentario, Ursula!
Excelente artículo Pablo y decirte que tus mensajes me llegan en el momento idóneo, ni antes ni después. Conectando tu mensaje con un proyecto organizativo en el que me encuentro me quedo con la frase «los empleados responderán según estimen que son las expectativas de sus jefes». Los líderes de equipo tienen una gran responsabilidad a la hora de inspirar, generar confianza y desarrollar a sus colaboradores, necesitando huir de estigmas y juicios.
Personalmente, las etapas de mayor desarrollo para mi han sido cuando me he sentido estimulada, he superado retos y he percibido que otras personas creían en mi (en ocasiones incluso más de lo que yo misma lo hacía). Gracias Pablo por tu gran aportación.
Gracias a ti, Begoña, por tus palabras y aportación! Has decidido contraprogramarme con tus excelentes posts ahora los miércoles? 😉 Besos!
Jajaja Pablo, no es la intención; aunque si voy a cambiar el día de las publicaciones. Un beso!
Nunca hubiera pensado en llevar este pensamiento al mundo de la empresa y una vez leído, estoy completamente de acuerdo, la mirada y el cómo percibimos a los demás en nuestro entorno favorece o perjudica el resultado del grupo y para los que somos ahora empresarios de nuestra propia realidad, un gran reto !!!
felicidades por tus aportaciones
Muchas gracias, Ramon! Abrazo, P.
Que importante sería para el mundo que todas las personas supieran de éste efecto. Imagino un mundo de personas que se aceptan, que hacen su trabajo buscando la excelencia. Que además, enseñan a los demás a buscar lo mejor de sí mismos. Gracias por compartilo.
Para mí, todo un descubrimiento. Aunque siempre he sospechado, que se puede cuando tú mismo y los demás creen que se puede.