Giant businessman with long legs looking away
Un tema capital sobre el que Marco Aurelio, el emperador filósofo, reflexiona en sus recomendables diarios es el absurdo de perseguir fama, reconocimiento y otros deseos en la vida; o sobre cómo la vanagloria nos despista de la practica de las virtudes estoicas, que es lo que nos puede producir dicha y plenitud auténtica y duradera.
Se trata de una reflexión sobre la que todo directivo debe profundizar. No debe importarnos lo que otros piensen de nosotros, particularmente tras nuestra muerte. Marco Aurelio destaca, que a muchos hombres famosos se les ha olvidado, y que aquellos que nos pueden reconocer tras nuestra muerte, también desaparecerán no mucho tiempo después que nosotros.
«Quien se preocupa de su fama póstuma no piensa que todos los que podrán acordarse de él morirán también a su vez, y que lo mismo sucederá a quienes vengan después, hasta que toda fama se desvanezca como luces que parpadean en la lejanía. Y aun cuando los que se acuerden de ti fueran inmortales, y tu memoria fuera imperecedera como ellos, ¿ganarías algo con eso? (…) Entretanto, no desperdicies la ocasión de cultivar en ti los dones de la naturaleza por ocuparte exclusivamente de lo que podrán decir los demás sobre ti.»
La fama, por muy grande que sea, siempre caerá en el olvido; y perseguirla es una demostración de vanidad; así añade en otro pasaje de sus Meditaciones:
¿La Gloria? (…) Ten presente esta reflexión: así como las arenas de la orilla del mar se cubren con otras que traen las olas, y estas con otras todavía, del mismo modo sucede en este mundo, pues el presente borra enseguida las huellas del pasado.
Y junto al deseo de fama, incluye otros muchos deseos que pueden llevarnos a actuar de modo equivocado. Cita a Teofrasto, quien dice que los actos malos provocados por nuestros deseos merecen mayor oprobio que aquellos provocados por nuestra rabia y enfado.
Los deseos pueden llevarnos a la desesperación. Y Marco Aurelio se refiere también a ellos cuando habla sobre rezar, argumentando que uno nunca debe pedir a los dioses el satisfacer un deseo o evitar algo que se teme, sino que debemos pedirles si pueden eliminar el deseo y el aceptar bien lo que la vida nos traiga.
Comparte también que nada mejora con el reconocimiento; la belleza de las cosas viene de la cosa en sí misma y no de lo que otros digan sobre ello. Pensar que ganamos algo al ser alabados es un error.
Si haces algo bien con los demás la recompensa está en ese mismo acto, en el comportamiento virtuoso en sí, y no en que otros se den cuenta de lo bien que actúas. Eso, de nuevo, es vanidad.
El deseo de alcanzar fama, el deseo en general, es una de las mayores trampas del ser humano en la vida. Y todos debemos lidiar con ello en lo cotidiano. Más, aquellos que están en posiciones de liderazgo o responsabilidad sobre otros.
Dice Marco Aurelio:
Cuando tú has actuado bien y los demás han salido beneficiados, ¿por qué buscas, además de eso, como hacen los mentecatos, parecer que has actuado bien?
Has prestado servicio a una persona; está bien; ¿qué más quieres? ¿No te es suficiente haber obrado conforme a tu naturaleza? ¿Necesitas que te paguen? Es como si el ojo pidiese una recompensa porque ve, o los pies porque marchan.
Marco Aurelio y los Estoicos consideran que hacer el bien es lo que cualquier ser humano debe hacer. En primer lugar, en beneficio propio, pues en la práctica de la virtud radica la esencia de una vida en plenitud. De este modo, se preguntan, por qué alguien necesitaría ser reconocido por hacer aquello que debe hacer, en primer lugar en su propio beneficio. ¿Para qué debes ser famoso? ¿Acaso es porque tienes talento o porque eres brillante o porque tienes éxito? Todo ello es también parte de lo que debes hacer.
Un Estoico mucho más reciente, el mítico entrenador de baloncesto John Wooden, solía decir a sus jugadores: “Cambiad vuestra definición de éxito: este es alcanzar la tranquilidad de conciencia que es resultado directo de sentirte íntimamente satisfecho al saber que siempre das lo mejor de ti para convertirte en tu mejor versión”.
En vez de utilizar nuestra energía en buscar el aplauso o la fama, es mucho mejor para los seres humanos enfocarnos en practicar las virtudes que nos proponen los Estoicos: sabiduría, coraje, autocontrol o autodisciplina y justicia o integridad. Si la fama viene o no con su práctica, no depende de ti, pero los Estoicos te garantizan que nunca te arrepentirás por enfocarte en ellas.
Cuídate, P.
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