El deporte es un campo magnífico para entender cómo somos y cómo funcionamos los seres humanos. Ayer vibré una vez más con la magnífica selección española de baloncesto. Jugaron los octavos de final del mundial contra Serbia, y perdieron.
Antes de empezar ya fueron muchos voceros los que decían que ese partido separaba el éxito del fracaso. Y tras el partido aun fueron más los que cargaban, como es habitual, contra Sergio Scariolo, entrenador de la selección. ¿Qué es el éxito y el fracaso? ¿Depende de lo que hagas en un partido, sea cuál sea? ¿Tiene éxito el campeón y fracasa el segundo, el primero de los perdedores como dicen algunos? Todo ello son preguntas tan válidas en el deporte como en la vida en general.
Pues bien, como aficionado al baloncesto y coach de directivos quiero decir lo siguiente:
Nuestros “chicos de oro” (actuales campeones del mundo, campeones de Europa y subcampeones olímpicos) jugaron un partido espectacular. Vamos, tan espectacular como el que jugaron los serbios. La selección de Serbia es la que tiene mayor proyección hoy en el mundo. Forman un equipo joven y a la vez ya experimentado que va a dar mucho que hablar, y que nos va a permitir disfrutar de este deporte, en los próximos ocho años.
La selección española tuvo la fortaleza mental y la capacidad para no dejarse caer en el marcador en tres ocasiones durante el partido, donde los serbios, con un juego inmaculado, brillante y lleno de aciertos, se pusieron a ocho puntos. En ninguna de esas tres ocasiones el equipo español se dio por vencido y mantuvo el tipo hasta el final, llegando al último minuto del partido con todas las opciones. Y todo ello sin dos “megacracks” como Pau Gasol y José Manuel Calderón, que sin duda forman parte de ese brillante grupo. No creo que haya muchos voceros que sepan el esfuerzo, capacidad y fortaleza que requiere eso.
A falta de 3 segundos, el alma mater de los serbios, se juega un triple a más de ocho metros y lo encesta. Pues chapeau para los serbios y también para los españoles. No me gusta nada que pierda España, pero ojalá siempre que pierda lo haga como ayer, o como lo hizo ante Estados Unidos en la final de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. ¡Qué magnificas derrotas!
Los hay que dicen ahora que Scariolo se equivocó al no forzar una personal cuando faltaban 25 segundos y el balón, el último a la postre, lo tenían los serbios. Si la hubieran forzado, dicen, los serbios hubieran tenido 2 tiros libre y España jugaría la última posesión. Todo ello cierto, en teoría. Y sí, claro, se equivocó porque no le funcionó lo diseñado. Y esa es su responsabilidad como líder, tomar una decisión en un momento crucial aunque pueda ser equivocada. Porque si Serbia no hubiera metido ese triple y se hubiera ido a la prórroga, entonces ahora dirían que no se equivocó, que estuvo acertado.
Lo de Scariolo y el equipo en Turquía ha sido una equivocación de esas que no podemos evitar los seres humanos. Pero en ningún caso ha sido un fracaso. Ese grupo de jugadores lleva más de 10 años dándonos enormes alegrías y emociones que nunca antes habíamos ni soñado, con un juego que nunca habíamos visto. Como español me siento orgulloso de los valores que representan y de cómo nos representan. Son un grupo de chicos que disfrutan de verdad jugando al baloncesto y que nos han hecho disfrutar con su juego (¡también ayer!) y que ya en 2006 hicieron méritos suficiente para ser honrados con el premio Príncipe de Asturias, que ahora acaban de conseguir, también meritoriamente, los chicos del fútbol. ¡Y eso para mí es ÉXITO!
No te olvidamos, Andrés.
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2 Comments
Pablo,
Interesante comparación del deporte, la vida y los negocios. En general estoy de acuerdo contigo respecto a lo injusto de la apreciación que hacemos en nuestra sociedad del éxito e incluso me atrevo a afirmar que, en la vida, el éxito está en el camino más que en el resultado final.
En lo que no estoy de acuerdo es en tu apreciación del papel de la selección en este mundial, que yo si considero que ha sido un fracaso y por varios motivos:
Primero: Ese papel de favorito que, amplificadísimo por los medios de comunicación y un poco al rebufo del éxito tan reciente de los futboleros, ha jugado en contra de la mentalidad del grupo. Se iba un poco «de sobrao»
Segundo: las grandes ausencias (Pau y Calderón) no sólo por lo que significan por la indiscutible calidad de ambos, sino, y aún más importante, por la falta de liderazgo que, en determinados momentos, ha pesado como una losa en el comportamiento del grupo.
Tercero: La reasignación de roles. Tanto entrenador como jugadores no se han adaptado a las ausencias físicas (los mencionados Pau y Calderón) y mentales (Rudy en muchas fases, Ricky que no encajaba en un papel sobrevenido y Navarro con sus ya clásicas «pájaras»). Cuando la muñeca temblaba nadie era capaz de echarse el equipo al hombro.
Cuarto: Unas rotaciones del todo incomprensibles. Todos los que hemos practicado este deporte sabemos que no pueden haber dos equipos. Se trata de complementar y buscar la mejor combinación en todo momento, dando continuidad al juego y a un cierto esquema. Aquí la solución técnica no sólo no ha sido buena, sino que, en muchos casos, ha imposibilitado una reacción con continuidad.
Si se trata de buscar alguna lección y traerlo a nuestra realidad cotidiana, pues eso. Las falsas expectativas suelen pasar factura, es importante definir bien los roles en todos los equipos, sobre todo, en el caso del líder y, por último, es necesario dar una cierta continuidad a las estrategias, o nunca terminan de cuajar…
Para acabar, amigo Pablo, quedar sextos, perdiendo cuatro partidos, y calificar la actuación de ÉXITO es no querer ver la realidad y, sin verla, no la podremos mejorar.
Un abrazo
Querido Josep:
Gracias por tu comentario tan preciso y acertado. Publiqué mi entrada antes de que España jugara sus últimos dos partidos. Tras acabar el mundial, estoy de acuerdo contigo en que tras perder cuatro partidos y acabar sextos, no es posible calificar de éxito el mundial. Un fuerte abrazo.