Cuando observas las vidas de grandes personajes como Sócrates, Da Vinci o Gandhi, por seleccionar tres referentes de diferentes épocas, es fácil sentirse intimidado. Pareciera que ellos sabían siempre qué hacer y que lo hacían con independencia de los riesgos o las complicaciones de la situación que afrontaran.
Se antoja imposible que nosotros, personas corrientes, podamos cumplir con sus estándares. Es muy fácil obviar que no siempre vivieron de acuerdo con sus propios estándares. Que con frecuencia tuvieron muchas dudas, que se sintieron impotentes y poca cosa.
Lo mismo pasa con el Estoicismo. Colegas, familia, amigos y suscriptores del blog me dicen que es una filosofía muy ambiciosa, estricta, idealista… Se preguntan al ver la serie de entradas ‘Pensamientos para mí mismo’ si no me estoy volviendo algo extremista, o incluso presuntuoso, al pretender vivir de acuerdo con esos exigentes estándares. Me comentan que dadas las limitaciones que todos tenemos, tal vez parece ridículo y estéril el ideal de acercarse a la vida de un sabio. Es razonable pensar así. Y a la vez me pregunto si esta no será una forma errónea de enfocarlo.
¿Qué pasaría si en lugar de poner la mirada en el deber o intención de convertirnos en un dechado de moralidad y sabiduría, nos lo tomáramos como inspiración para ser mejor persona siempre que se presente una oportunidad? ¿Y para tomar consciencia de cuando, por el motivo que sea, no aprovechamos esa oportunidad? ¿Qué impacto acumulativo tendría este cambio de enfoque?
Por ejemplo, en AddVenture tomamos la decisión hace un par de años de evitar en todo lo posible imprimir documentos. Quisimos reducir al máximo el uso de papel. Hasta entonces yo imprimía todos los informes 360 de nuestros clientes para poder leerlos, subrayarlos y hacer anotaciones. Son muchos los informes con los que trabajamos al cabo del año y algunos tienen más de 50 páginas. Pues con dos aplicaciones, Evernote y PDF Expert me las he apañado para tener la misma flexibilidad y funcionalidad que antes (o incluso más) para trabajar y profundizar en esos informes, pero sin imprimir una sola hoja de papel.
¿Significa esto una mejora transformadora para el mundo? ¿Ha sido un esfuerzo tremendo que demuestra nuestra generosidad y compromiso por un mundo mejor? Obviamente, no lo es. Pero sí que ha sido una mejora en nuestro modo de trabajar que reduce un poco nuestro impacto ecológico. Mejoramos en lo que hemos podido, allá donde hemos podido.
El mensaje relevante es que todos tenemos oportunidades de hacer cosas así, cada día. Todos tenemos oportunidades para dejar el móvil y atender a alguien que necesita nuestra escucha. Oportunidades para mejorar un poco la vida de los demás, para permitir que tu equipo pueda marchar antes a casa, para abrirle la puerta a alguien, para dar un reconocimiento, para sonreír y dar las gracias a la camarera que te pone un café, para recoger alguna basura…
Todas estas son pequeñas acciones. No te convertirán ni en un sabio ni en un santo. Pero sí mejorarán un poco el mundo en el que vivimos y también te harán a ti un poco mejor. Y si todos las hiciéramos, y las hiciéramos más a menudo, siempre que se presente la oportunidad, contribuirían a una transformación real y positiva.
Cuídate, P.
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