Tenía ganas de leer el último libro de Jose Antonio Marina, La educación del talento, primero de una colección, Biblioteca UP, que se prevé toda ella de gran calidad. UP es la Universidad de Padres, proyecto liderado por JAM que vengo siguiendo desde hace unos años, sobre todo pensando en mi labor de padre de mis queridos Lucía y Matías. Una vez que conocí el proyecto me di cuenta que sus contenidos también son perfectamente aplicables a mi trabajo como consultor de desarrollo del liderazgo y del talento.
Me ha llamado la atención positivamente que JAM utilice el término talento en un libro de divulgación dirigido a padres y docentes, Reconoce él mismo que este término se utiliza con profusión en la literatura del management pero muy poco fuera de esta.
También me gusta que ya desde el título JAM deje claro su posición en el manido debate de si uno nace talentoso o por el contrario el talento se adquiere. Utiliza una clara metáfora con el juego del póker. Dice que recibir unas buenas cartas es clave para ganar en el juego, aunque no siempre ganan aquellos con mejores cartas. Saber jugar las cartas que te han tocado es también fundamental. Es bueno el paralelismo, aunque el propio Marina lo estima limitado porque el ser humano está también dotado, no solo de la capacidad de aprender a mejorar sus habilidades en el juego, sino incluso para mejorar sus cartas en cierta medida.
¿Qué me ha gustado particularmente del libro?
- Que me ha hecho recordar mis tiempos en la facultad de psicología porque está plagado de nombres de brillantes psicólogos que estudié con fruición hace ya más de 20 años. Ha sido un hermoso recuerdo de mis años universitarios. Pero no se preocupen porque el libro se lee con gran facilidad y es muy didáctico (hay numerosos diálogos ágiles entre el autor y maestros, padres, filósofos, niños y jóvenes. Lo que pasa que el libro, breve con 188 páginas, está originalmente continuado en la red con mucha más información adicional (www.loquepadresydocentesdebensaber.com), donde uno puede encontrarse con las referencias a mis grandes maestros de la universidad: ¡Excelente combinación de la galaxia Gutemberg y de la galaxia Internet).
- Que el libro tiene una clara intención Política; sí, en mayúscula para diferenciarla de la política con minúscula que nos asfixia cotidianamente. Se trata de una propuesta clara de lo que debe ser un modelo de sociedad y su modelo de educación, por un lado bastante alejado del actual, aunque por otro uno al que podemos asirnos para reformar la Humanidad en esta época convulsa que nos ha tocado vivir. Dice Marina que la finalidad práctica de la colección es ayudar a que cada niño encarne las mejores posibilidades de nuestra especie (en términos menos transcendentes, ayudar a educar).
Y también me han gustado muchos de sus mensajes clave:
- Educar es la actividad fundacional de la especie humana (educamos a nuestras crías). Al nacer, el cerebro de un niño es pura biología; pocos años después ese cerebro convierte al niño en un ser cultural. De este modo la educación se convierte en creadora de la Humanidad.
- Talento es la inteligencia triunfante, la inteligencia en acto, que resuelve los problemas y avanza con resolución. Puesto que hay muchas inteligencias distintas, también puede haber diferentes talentos. Triunfante no es para JAM una concepto que se pueda identificar con el exitismo actual como medio de promoción personal, sino que tiene una connotación moral donde la inteligencia triunfante es la que acierta a elegir las metas y consigue alcanzarlas. Las dos cosas. El ladrón que consigue robar sin ser descubierto tiene éxito en una meta equivocada. No nos vale, dice el autor.
- La idea de talento social o de la sociedad. Saber aprovechar los recursos sociales y culturales que hay a nuestro alcance e intentar que ese entorno sea lo mas rico, justo y estimulante posible, para que expanda nuestras posibilidades de acción. Yo soy yo y mi circunstancia, y si no mejoro mi circunstancia, no mejoro yo. Para educar bien a un niño hace falta una buena tribu. El objetivo de la educación no es solo desarrollar la inteligencia individual, sino también las sociedades con talento. Dice Marina: «Sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de resolver los conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida, disminuyen las posibilidades, el bienestar o la sociabilidad de las inteligencias individuales.» ¿Les resulta familiar…?
- El núcleo de su teoría de la inteligencia y del programa educativo propuesto en la colección se basa en: 1. La inteligencia generadora, donde se producen sentimientos, ideas, deseos que se hacen conscientes; 2. La inteligencia ejecutiva, que supervisa, evalúa y selecciona en aquellos y dirige la acción; 3. Los criterios de evaluación, que permitan dirigir bien el comportamiento. Y para ello se necesita de modelos: de lo que es un ser humano, una sociedad o una familia. Y ahí está la contribución que frena a este relativismo rampante que nos invade. Esos modelos existen, se han conformado durante miles de años y nos permite establecer referencias claras.
- En la UP han seleccionado seis recursos fundamentales que constituyen el TALENTO y que deben fomentarse en todo proyecto educativo:
- Una idea del mundo veraz, rica, amplia y llena de posibilidades.
- Un pensamiento fluido, riguroso, creativo, capaz de resolver problemas.
- Un tono vital activo, seguro de sí mismo, optimista y resistente.
- El aprendizaje de la libertad: la construcción de la voluntad, la responsabilidad personal, la formación de la conciencia moral y las virtudes de la acción.
- El lenguaje. La comunicación con nosotros mismos y con los demás. Comprender y expresar.
- La sociabilidad, los sentimientos sociales, las actividades pro-sociales, la búsqueda de la justicia.Todos estos recursos son HABITOS, es decir, estructuras mentales estables, adquiridas por repetición, que establecen pautas de respuesta y acción y, añado yo, que pueden ser modificadas y mejoradas durante toda la vida del ser humano.
- Los tres grandes recursos educativos de los padres son la ternura, la exigencia y la comunicación. Resuelve así Marina la tentación de irnos al extremo de la educación dura y sin los escrúpulos de conciencia del «la letra con sangre entra” de hace unas décadas o caer en la meliflua y perversa tendencia actual del «la letra solo entra con mimos». Todo padre debe desear el bienestar presente de sus hijos, pero sabiendo que a veces hay que limitarlo con vistas a un bienestar posterior mucho más relevante en su felicidad como ser humano. Por eso hay que poner límites. Uno de los problemas de la educación permisiva es creer que los deseos del niño son sagrados y que no se pueden contrariar.
Hay muchísimos más mensajes de interés en esta breve e ilustradora obra de JAM y en su prolongación en la Red. Me parece de lectura imprescindible no solo para padres y docentes, sino para cualquiera que sienta cierta insatisfacción con el statu quo actual de la educación y la sociedad en general y quiera conocer y saber qué puede hacer desde su posición (porque, sin duda, todos podemos hacer algo).
Por supuesto, lectura muy recomendable también para coaches, expertos en desarrollo del talento y directivos en general: la educación del talento no acaba en la familia o en la escuela/universidad; es una tarea que dura toda la vida.
Excelente estreno de esta prometedora colección con «La educación del talento», al que seguirá próximamente un volumen sobre “El cerebro infantil” y otro sobre “La sexualidad en niños y adolescentes». Iniciativas como estas me reconcilian con mi humanidad y refuerzan mi optimismo de que en nuestras manos, en las de cada uno de nosotros, está el destino que como sociedad nos queremos procurar. Y hacerlo no solo es un derecho y un deber de todos, sino que forma parte de nuestra más inalienable dignidad como personas.
Como dice Jorge Semprún en la entrada de la conclusión de este libro, «no debemos pensar solo en el mundo que dejamos a nuestros niños, sino en los niños que dejamos a nuestro mundo».
Sé feliz, P.
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Comprando! Gracias Pablo por la reseña