Novela de 1943 de Ayn Rand que fue uno de los primeros libros gordos y serios que leí, allá cuando tenía 15 años. Me parece una de esas historias impresionantes de liderazgo que fue llevada al cine en 1949. Ambas, novela y película, fueron un tremendo éxito. Vi la película un tiempo después de leer la novela y me pareció muy buena.
Más tarde aprendí que una vez leído un libro que además te gusta mucho es muy difícil que su película te parezca brillante, porque el libro es mucho más rico y permite al lector crear muchos detalles de cada personaje y de la historia que luego chocarán con las elecciones que el guionista y director hagan. Pues no me ocurrió así con esta película, que aguantó muy bien su llevada al cine. Sí que me sucedió también por aquella época tanto con Papillon de Henri Charrière como con El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Lo mejor de El Manantial es la interpretación de Gary Cooper. Interpreta a Howard Roark, un arquitecto vanguardista en una desigual lucha con el mundo. Su deseo de demostrar tanto su talento como el valor del individuo frente a la masa se mezcla con una apasionada y compleja historia de amor en este atípico melodrama, magníficamente realizado por King Vidor con muchas dosis de pasión y un gran ritmo narrativo. Excelente la banda sonora de Max Steiner, y muy buenas interpretaciones globalmente.
Se trata de la historia de un profesional que se comporta de modo integro y coherente con su propósito, valores y visión ante las presiones personales, profesionales y económicas, encaminadas a obligarle a hacer concesiones a lo convencional, la mediocridad, el inmovilismo, el mal gusto y el capricho de los poderosos. Vamos, un tema de lo más actual, y que puede interpelar a cualquier ser humano que ‘se haga preguntas’.
En un momento dado el protagonista debe elegir entre comprometer su integridad o abandonar la arquitectura. Y se tiene que ir a buscar trabajo a una cantera. Bajando varios peldaños en la escalera social en la que todos vivimos. Es el modo en que funciona un auténtico líder, en coherencia con sus valores. Y hablando de valores, esta obra exalta los valores positivos del individualismo y de la lucha personal en favor de la integridad profesional y artística. Critica el colectivismo y sus diferentes formas de manifestarse (gregarismo, moda…) y de imponerse política y socialmente.
Un mensaje destacado que nos envía el autor es que cuando creas en algo y tengas pasión por ello, hay que perseguirlo, hay que ir a por ello, no importa qué te digan ni las presiones que sufras; presiones que con frecuencia vienen de ‘fuego amigo’. Debemos escuchar siempre a los que de veras nos quieren y valorar sus ideas y opiniones, sabiendo siempre que la responsabilidad de nuestras decisiones es personal e intransferible. Y también muestra la novela y la película que nunca puedes dejarte torcer la voluntad por aquellos que se acercan con intereses confusos, egoístas, aviesos o espurios.
Es una película imprescindible para los amantes de la arquitectura y los artistas en general. Y también para los apasionados del liderazgo e incluso para los que se consideren liberales. A veces me pregunto por qué yo mismo me considero liberal cuando en estos convulsos tiempos está tan mal visto; cuando es mucho mejor y más popular considerarse socialdemócrata y hasta, increíblemente, comunista. Y me identifico más con el liberalismo cuando escucho el siguiente alegato de autodefensa del pedazo de líder de Howard Roark (Gary Cooper, menos de 6 minutos). Aquí al versión original y aquí la doblada al español. ¡No te lo puedes perder!
Cuídate, P.
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4 Comments
A mí también me gustó el libro de Randt, no tanto la película pero creo que le voy a dar otra oportunidad. El Manantial, junto con la Rebelión del Atlas, son de esos libros que te causan desazón y rabia. Muy recomendables y ciertamente muy aplicables a la actualidad que estamos viviendo.
Gracias Pablo, por recordárnoslo.
Muy oportuna entrada, aunque me ha extrañado que no hagas mención a la autora de la novela, Ayn Randt, que es quien está detrás de todos los valores que indicas. La novela en sí, me parece que tiene el lastre de ser una “novela de tesis”, escrita por una filósofa que pretende dar forma novelada a sus ideas. Lo mismo le ocurre a ese otra novela cumbre que es La Rebelión de Atlas. Desde el punto de vista narrativo, me gustó más “Los que vivimos”, que es más novela convencional, más decimonónica si se quiere. En todo caso, cualquiera de ellas es lectura esencial en tiempos de gregarismos y estatismos.
Como siempre, Pablo, gracias por tus aportaciones.
Valores,integridad, coherencia con su propósito, valores y visión, ahi es nada, mantener con obejtividad una subjetividad en un entorno VUCA que nos incita a cuestionar casi de manera continua todos ellos. Lo ciertamente incierto es que todos ellos quizas, son una serie de condicionamientos mentales o roles que pensamos son ajenos a la experiencia y que bucolicamente los hacemos innatos y por ende debemos de ser paladines de todos ellos.
Pablo gracias por compartir, gracias por servir.
Alfonso.
Excelente artículo y comparto tus ideas al 100%, lo que no necesariamente debería ser así, aunque parezca innecesario, al menos en La Argentina hay que aclararlo. Como también soy liberal, podría reconocer la excelencia del artículo, aún sin compartir tus ideas, como que como ya he manifestado, no es así. Lo principios y los valores, vaya cuestión, un ejemplo tonto tal vez, no para mí: hace unos días atrás le encargué a alguien que me reservara un turno con un afamado traumatólogo de Bahía Blanca (donde resido) y esta persona me manifestó que el «profesional» o su secretaria le había manifestado que si yo quería una boleta (recibo, perdón pero no recuerdo como se denomina en España) para presentar en mi obra social en orden a pedir el correspondiente reintegro, debía abonarle $ 400, sino por $ 300 me daba un «recibo» sin valor alguno. Sigo con mi tendinitis a cuestas, pero con la frente en alto, tengo principios y valores, no soporto la corrupción y lo demuestro. Suena anacrónico ¿no? un abrazo.