Una de mis historias favoritas sobre la integridad en el liderazgo es este relato sobre ‘La semilla del emperador’. Ideal para compartir con menores, también puede ser utilizada para valentía. Un cuento para líderes cotidianos que utilizo en mi práctica de coaching ejecutivo.
‘Hace muchos años había un emperador en China que no tenía hijos y, que viendo su fin acercarse, debía elegir su sucesor.
Hizo llamar de todo el reino a tantos niños como fuera posible. Miles de ellos se presentaron en palacio y se reunieron en los terrenos anexos para asistir a lo que el emperador les quería decir.
Y se sorprendieron cuando este les dijo que quería elegir a sus sucesor entre todos ellos. Les daría a cada uno una semilla. Y debían volver a sus pueblos y aldeas, plantar la semilla en una maceta y cuidarla durante un año. Tras ese año todos volverían a reunirse en palacio. Y el emperador juzgaría al que tuviera mejores cualidades para convertirse en su sucesor.
Uno de los niños que recibió la semilla era Ling, quien al volver a su pueblo fue ayudado por su madre para elegir un tiesto, poner un poco de tierra en él con la semilla enterrada. Y Ling empezó a regar el tiesto y a cuidarlo con la mayor dedicación posible.
Una vez por semana, los niños de su pueblo se reunían para comparar la evolución de sus plantas. Después de una semana ya había signos de vida en casi todas las macetas menos en la de Ling y algunos otros pocos niños. Pasaron las semanas y Ling siguió proporcionando sus mejores cuidados a su semilla, regándola cada día.
Al cabo de unos meses casi todas las macetas estaban imponentes. Algunas tenía pequeños árboles, otras algunos arbustos, y había otras con flores. Y el pobre Ling estaba frustrado porque nada brotaba de su maceta, por mucho cuidado e interés que ponía. Era el hazmerreír de los otros niños, que se burlaban de él.
Ling siguió cuidando su semilla cada día, regándola sin descanso. Y pasó el año y era momento de volver a palacio para ver al emperador para que tomara la decisión sobre quién sería su heredero.
Y Ling estaba ansioso y angustiado; pero ya no por no poder ser elegido el heredero, sino por si lo castigaban por no haber conseguido hacer crecer nada. Ellos no sabrían que la había regado todos los días, que durante todo el año la había cuidado con denuedo. Le preocupaba que pensaran que era un vago, o un inepto.
Su madre, mirándole a los ojos, le dijo que debía ir, cualesquiera que fueran las consecuencias. Los otros pocos niños que no habían conseguido que nada creciera decidieron que eran mejor no ir. Querían evitar la furia del emperador. Pero allá fue Ling a mostrar su maceta sin nada más que un poco de tierra húmeda.
Cuando volvieron a juntarse todos había algunas plantas hermosísimas y frondosas, de muchos tipos diferentes. Y todos se preguntaban quién sería el escogido para suceder al emperador. Cuando el emperador llegó a Ling y vio la maceta vacía le pregunto que qué había pasado. Y este le respondió, nervioso, que aunque la había regado cada día no consiguió que apareciera nada.
Tras acabar toda la revisión de las macetas, el emperador se puso frente a todos los niños y les felicitó por sus esfuerzos. Les dijo que estaba claro que muchos de ellos tenían mucho interés en convertirse en el próximo emperador, y que harían cualquier cosa para lograrlo.
Y tras toda esta evaluación decidió quedarse con Ling, el único chico que vino con la maceta vacía. Y dijo que hacía un año que les dio a todos una semilla hervida; una semilla esterilizada. Y ahora se encontró con miles de plantas y con solo una maceta vacía.
La integridad y el coraje son las dos cualidades más importantes para sucederme, dijo, como emperador del reino. Y tras esta prueba no me cabe duda de que Ling es quien mejor las representa, por lo que será mi heredero.’
Cuídate, P.
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2 Comments
muy buena ilustración de integridad
Es maravillosa la enselñanza de este cuento gracias por compartirlo .
Temprano se la contare a mis hijos