Existen cuatro toxinas en los estilos de comunicación de los equipos que corroen y destruyen las relaciones con el tiempo.
Estas toxinas fueron publicadas por primera vez en 1999 en el libro ‘Siete reglas de oro para vivir en pareja‘ de John Gottman y Nan Silver, y vienen por tanto del trabajo de investigación en el ámbito de la pareja.
- Culpar y criticar. Atacar a la persona en vez de al comportamiento o a la idea que propone esa persona. La crítica implica el atacar la personalidad o carácter del otro, en vez de enfocarse en la conducta específica que le molesta o inquieta. Es saludable ventilar los desacuerdos, pero no atacar la personalidad ni el carácter del otro en el proceso. Es la diferencia entre decir, «Estoy molesto porque no hiciste esto con lo que te comprometiste » y decir, «No puedo creer que no lo hayas hecho. Eres tan irresponsable».
- Ponerse a la defensiva. Adoptar una postura defensiva en medio del conflicto puede ser una respuesta natural, pero no ayuda en la relación. Cuándo una persona está a la defensiva, usualmente experimenta mucha tensión y eso le dificulta enfocarse en lo que se ha dicho. Negar la responsabilidad de uno, inventar excusas o responder a una queja con otra queja son ejemplos de estar a la defensiva.
- Aislamiento. Incluye cortar la comunicación, quedarse en silencio, negarse a participar, retirarse o renunciar. Las personas que emplean esta táctica simplemente se niegan a responder. Emplearla de vez en cuando puede ser hasta recomendable, pero nunca debe convertirse en una manera típica de interactuar, porque se vuelve destructiva de la relación. Su empleo frecuente implica estar escapándose de esa relación, en vez de enfocarse en resolver los problemas.
- Desdén o desprecio. Incluye el sarcasmo, el subestimar al otro, el cinismo, el humor hostil o fuera de lugar, incluso utilizar motes o adjetivos despectivos. El desprecio es un paso más allá de la crítica e implica el derribar o tratar de acabar con el otro. El desprecio es un signo abierto de la falta de respeto.

Todos utilizamos estas toxinas en un momento u otro con nuestras relaciones y no suelen tener repercusiones serias. Es su utilización frecuente o su efecto continuo lo que tiene un efecto corrosivo y destructivo en las relaciones.
Esta energía destructiva de las cuatro toxinas se activa no solo cuando se utilizan en presencia del otro, sino también cuando se hace a sus espaldas.
Todo equipo de alto rendimiento debe tener un plan para qué hacer cuando alguna de estas cuatro toxinas se presenta de modo regular o persistente.
Sé feliz, P.