Los chicos del coro, o Los coristas en Hispanoamérica, (Christophe Barratier, 2004) es una emocionante historia sobre la transformación mediante el liderazgo de un patito feo en un hermoso cisne. Sobre el inmenso poder que el amor, la pasión, la generosidad, la entrega, la vocación y una mirada apreciativa pueden tener sobre la vida de unos muchachos con una infancia a priori poco afortunada. ¡Puro liderazgo!
Reconozco que tengo una debilidad por esta película, así como por Billy Elliot, porque son las que más veces he visto con mis dos hijos mayores. Muchas veces. Y ambas comparten un mensajes similar sobre la inteligencia interpersonal, la capacidad emocional de un líder cotidiano para conseguir impactos extraordinarios en la vida de los demás.
Tanto el vigilante Clément Mathieu, como la profesora Wilkinson, son dos enormes coaches y líderes cotidianos. Dos ejemplos de aparentes personajes grises pero que son auténticos líderes porque ven en los demás el talento que nadie más puede ver, ni siquiera los propios niños protagonistas ni sus familiares.
Son maestros en la práctica del Efecto Pigmalión. Y además, son personajes que se pueden considerar hasta cierto punto ‘perdedores’ en la vida. Pero viven su modesto trabajo con una pasión y sentido de propósito extraordinario.
Son los héroes anónimos que con entrega y pasión pelean y arriesgan todo lo que tienen para que otros, Pierre Morhange y Billy Elliot, brillen de modo extraordinario y se conviertan también en grandes líderes acreedores de un enorme reconocimiento público. Y ello me conecta con una de mis frases favoritas: ‘los líderes no crean seguidores; los líderes crean más líderes’.
En Los chicos del coro el vigilante/coach es capaz de movilizar, inspirar y alentar a los niños bajo su responsabilidad gracias a una enorme inteligencia interpersonal que a su vez desarrollará la inteligencia emocional de varios de sus alumnos.
Impagable en esta escena que comparto es la comunicación no verbal, la conexión emocional que se da entre los dos protagonistas, el vigilante, Clément, y el chico, Pierre, desde el minuto 1:30 hasta el final.
El coach Clément Mathieu logra cambiar la vida de los chicos por medio de la música. Les anima a conectar con sus anhelos y con el ansia de libertad que habita en el corazón de cada ser humano.
Y quizá lo más importante, en un entorno poco propicio les insufla la idea de que el mundo NO es un lugar hostil lleno de violencia y hostigamiento. Sino que si tomamos las decisiones adecuadas puede ser un lugar amoroso en el que poder proyectar nuestros sueños.
Imprescindible para coaches, educadores y líderes en general. Ideal para ver con niños.
Cuídate, P.
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2 Comments
Gracias.
El maestro ve a cada alumno más allá de su comportamiento y se entrega a su labor con convicción de corazón.
Gracias por recordar esta maravillosa película.