Hace ya algunos años, trabajando en un programa de liderazgo con Universitas Telefónica, mi maestro y amigo Lasse me descubrió un libro, publicado en 2002, sobre los 5 reproches o remordimientos más habituales de los que están a punto de morir. Me causó un gran impacto y me cautivó.
El libro está escrito por Bronnie Ware, una enfermera australiana que durante muchos años ha trabajado acompañando a personas ya desahuciadas, enviadas a sus casas a pasar sus últimos días antes de morir. Bronnie los acompañaba durante sus últimas 3 a 12 semanas de vida. Y este trabajo ha sido para ella un motivo de enormes satisfacciones personales y de una profunda transformación personal.
Relata Bronnie que las personas experimentan un gran crecimiento personal ante el fin de su vida y nos dice que ella ha aprendido a no subestimar la capacidad de nadie para madurar y mejorar personalmente. Ella ha visto cambios asombrosos y espectaculares en esas últimas semanas de vida. Una y otra vez ha visto pasar a muchas personas por intensos procesos emocionales caracterizados por la negación, miedo, rabia o enfado, remordimiento, más negación y finalmente aceptación. Y en todos los casos sus pacientes han sido capaces de encontrar la paz antes de morir.
Al preguntar a todos sus pacientes sobre aquello de lo que se arrepentían en su vida o que hubieran hecho diferente, muchos temas comunes emergían de modo reiterado. Los cinco más comunes son:
- Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera. Este era el arrepentimiento más común. Al verse ante su vida acabada la gente ve claramente muchos sueños incumplidos. Y se dan cuenta que la mayor parte de ellos no eran imposibles sino que fueron elecciones personales que hicieron o no hicieron.
Es muy importante honrar al menos algunos de nuestros sueños. A partir del momento en que perdemos nuestra salud ya es demasiado tarde. La salud nos proporciona una libertad de la que pocos se dan cuentan… hasta que ya no la tienen.
- Ojalá no hubiera trabajado tanto. Este remordimiento lo tuvieron todos los pacientes varones que tuvo. Hablaban de haber perdido la infancia y juventud de sus hijos, la compañía de su amada… Las mujeres también hablaban de ello, pero no tanto como los hombres. Muchas mujeres acompañadas hacia la muerte por Bronnie han sido amas de casa y por eso comentan menos que los hombres este remordimiento. Todos los hombres se mostraban profundamente arrepentidos de pasar tanto tiempo de sus vidas trabajando.
Podemos simplificar nuestro estándar de vida y hacer elecciones conscientes durante nuestra vida para no necesitar los ingresos que pensamos que necesitamos. Es posible crear más espacio en nuestra vida, tener una existencia más equilibrada entre el trabajo, nuestras relaciones afectivas y otras actividades que pueden ser muy satisfactorias y hacernos felices.
- Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía. Muchas personas ocultaron sus sentimientos con el objetivo de mantener la calma y relaciones en paz. Como consecuencia de ello, en muchas ocasiones, dice haberse conformado o amoldado a una existencia mediocre sin ser capaces de llegar a ser quienes realmente querían y eran capaces. Ni siquiera lo intentaron. No pocos desarrollaron trastornos relacionados con la amargura y el resentimiento que fueron acumulando a lo largo de los años.
No podemos controlar las reacciones de los otros. Sin embargo, aunque en un principio la gente no reaccione bien cuando hablas con más honestidad y expresando tus emociones, al final muchas relaciones salen beneficiadas, son más auténticas y satisfactorias. Y si no es así, te ves libre de una relación insana que no aporta nada positivo en tu vida. De cualquier modo, hay una ganancia.
- Habría querido estar más en contacto con mis amigos. Con frecuencia las personas no nos damos cuenta realmente de los beneficios de compartir tiempo con los amigos hasta que estamos prácticamente agonizando. Y entonces ya es demasiado tarde. Muchos se han visto tan atrapados en sus propias vidas que han dejado perder buenas amistades que hicieron en algún momento. Hay mucho remordimiento por no dar a los amigos el espacio y esfuerzo que merecen. Todo el mundo echa de menos a sus amigos antes de morir.
Es muy habitual que nuestro trepidante ritmo de vida vaya aparcando la amistad del camino. Y al final nos damos cuenta de que no valió la pena, de que fue un coste demasiado alto. Al final, lo que realmente importa en las últimas semanas de vida, es el amor y las relaciones.
- Ojalá me hubiese permitido ser más feliz. También muy común. Muchos no se dan cuenta hasta el final que la felicidad es una opción, una elección que podemos hacer conscientemente. Se quedaron atrapados en viejos patrones y hábitos. Vivir en la zona de confort o en lo conocido les hizo adoptar una identidad que no eran la auténtica, la que anhelaban.
El miedo a cambiar les tuvo durante su vida fingiendo, engañando tanto a otros como a sí mismos, como si fueran felices. Al mirar dentro de sí, se dan cuenta de que realmente querían más diversión, más risas, más “tonterías” en su vida. Cuando estás en el lecho de muerte, lo que otros piensan de ti es la última de tus preocupaciones. Qué bueno sería ser capaz de librarnos de ella riendo más, disfrutando más, atreviéndonos más, mucho antes de nuestra muerte.La vida es una elección. Es TU vida. Elige conscientemente, con sabiduría, con honestidad. Elige ser feliz.