Empiezo este nuevo año compartiendo (y reforzando mi compromiso con) una filosofía práctica que llevo aplicando con cierta consciencia desde 2009, hace ya 10 años, y con más determinación en los últimos tres o cuatro. Se trata del Estoicismo. No tengo muy claro cómo llegué a él, porque creo que fueron varios los factores que me condujeron hacia ese camino. Pero una vez en él, me sedujeron poderosamente algunos de sus principios.
La vida está llena de altibajos. Todo cambia. En un momento dado podemos estar felices por un tiempo y luego dejamos de estarlo. Podemos emprender una vida en pareja y más tarde romper esa relación. Nacemos y sin duda un día vamos a morir. Hacemos nuevos amigos y luego nos distanciamos de ellos. Conseguimos un nuevo empleo o proyecto y más adelante, inesperadamente o no, lo perdemos.
Podemos ver cómo crecen nuestras inversiones y ahorros y más tarde darnos cuenta de que se desploman o volatilizan. Durante un gran número de años nos sentimos jóvenes y después dejamos de serlo o de sentirnos como tales. Todo aquello que pensabas que era permanente, no lo es. El mundo a nuestro alrededor está cambiando constantemente.
En ese universo en transformación permanente tenemos un control mínimo sobre otras personas, cosas o sucesos. No nos sentimos libres y en plenitud porque las personas no se comportan del modo que esperamos o que nos gustaría; las cosas no se dan como queremos y no podemos conseguir siempre lo que ansiamos. Incluso si los demás se comportaran como deseamos, si todo se diera como esperamos, las cosas pueden volver a cambiar mañana. ¿Y entonces qué?
Otro de sus principios dice que, si tu libertad y bienestar dependen de aspectos que están fuera de ti, definitivamente no podrás ser libre o sentirte bien nunca. Nadie en la historia de la humanidad, ni siquiera los personajes más poderosos, ha sido capaz de controlar el mundo que le rodea. Pero sí son muchas las personas que han conseguido vivir una vida con grandes dosis de libertad y plenitud.
Esta libertad —y la plenitud asociada—, no pueden, no deben depender de que los demás hagan ciertas cosas y no otras, de que las cosas ocurran como a ti te gustaría o de que puedas adquirir o hacerte con determinados bienes.
Para aplicar la filosofía Estoica en tu vida no necesitas seguir ningún dogma, ninguna religión, ningún principio místico ni simpatizar con ningún partido político. Se trata de una filosofía que se basa en utilizar la razón para pensar sobre nuestra libertad y que nos ofrece un camino que está disponible para todo el mundo.
Aunque el Estoicismo es un sistema filosófico complejo que incluye una Ética, una Física y una Lógica específicas, su idea clave es muy sencilla: podemos alcanzar la libertad y el bienestar solo cuando nos enfocamos en lo que está totalmente bajo nuestro control. Hay montones de ejemplos de personas en nuestra sociedad practicando esta filosofía para conseguir libertad y plenitud.
Puedes tener riqueza, salud, seres queridos, posesiones valiosas. Pero todo ello lo puedes perder en cualquier momento; todo ello puede ser apartado de ti sin contemplación. No es infrecuente que un millonario se arruine, ni que alguien sano pueda de repente sufrir una demencia o un cáncer. Nuestros seres queridos pueden morir en cualquier momento y nuestras posesiones pueden ser destruidas o robadas.
Pero la libertad y bienestar que ofrece el Estoicismo nadie te los puede quitar. Estos se consiguen con práctica y vigilancia constantes. El Estoicismo tiene una serie de técnicas que, practicadas con regularidad, te permiten liberarte de cualquier tipo de cadenas.
Ciertamente, es un camino menos transitado que otros para conseguir libertad y plenitud. Pero es un camino que garantiza libertad y plenitud inquebrantables. Es el camino de los Estoicos.
Para mí, libertad y plenitud inquebrantables hoy significan estar libre de las angustias y ansiedades cotidianas que caracterizan nuestra sociedad moderna. Es ser capaz de mantener cada vez más la serenidad y tranquilidad espiritual cuando en otras circunstancias nos afligen y desequilibran con frecuencia. Es poder disfrutar siempre del gozo de vivir.
Como todos los caminos de crecimiento personal, lo importante es transitarlo con curiosidad, convicción y mentalidad de aprendiz. La meta solo está como referencia para alumbrar el camino. Es un camino que está al alcance de cualquiera, y que no requiere una gran inversión de tiempo. Solo requiere el compromiso para recordarnos a nosotros mismos qué es lo que está bajo nuestro control y qué no lo está.
Cuídate, P.
Otras entradas sobre liderazgo estoico:
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR
4 Comments
Buenos días Pablo!
Estoy empezando con esta filosofía también que es muy sabía y beneficiosa para nuestra salud. He leído algún libro sobre Epicteto y Marco Aurelio y me gustaría seguir profundizando en esta filosofía práctica.
Hace ya mucho te tuve de profesor en la UAB y me gusta mucho seguir tus post tan interesantes que públicas.
Mi prima Raquel fue compañera tuya en la UAB.
FELIZ 2019!!
Saludos
Gracias, Daniel. Me alegra volver a saber de ti tras tantos años. Abrazo, P.
Hola Pablo,
Me encantó la lectura sobre éste tema en particular, muchas gracias por ayudarnos a ver la vida desde otra óptica.
Saludos,
Gracias a ti, Nancy, por tu participación. Saludos.