El coaching ejecutivo sigue siendo una disciplina bastante nueva a pesar de lo que ha crecido en España en la última década. En mi práctica profesional (y fuera de ella) son muchas las personas que me preguntan “¿Qué hace exactamente un coach ejecutivo?”, “¿Qué puede hacer el coaching ejecutivo por mi empresa o por mí?”
El coaching ejecutivo es sin duda la mejor metodología para el entrenamiento y desarrollo de líderes, en todos los ámbitos de nuestra vida, no solo en el empresarial. Tradicionalmente el desarrollo del liderazgo se ha centrado en la realización de programas de formación colectivos. Ello se basa en la FALSA creencia de que si comprendemos algo, seremos capaces de hacerlo.
Si los líderes asisten a fabulosos cursos de formación pero no conversan posteriormente con sus colegas y colaboradores sobre lo que han aprendido y cómo les puede ayudar; si no se proponen implementar algunas de esos nuevos aprendizajes y no comparten los resultados obtenidos en esa implementación, la inmensa mayoría de ellos no conseguirán un progreso relevante.
¿Por qué tantos líderes que van a fantásticos cursos que tienen un impacto increíble en ellos y que vuelven al día a día casi como conversos o abducidos, con una gran motivación para cambiar, en realidad luego no terminan cambiando prácticamente nada? ¿Son vagos? ¿Les falta carácter? ¿Están acomodados? ¿Les faltan capacidades? Casi nunca es nada de esto.
Puedo asegurar que de los miles de participantes que he tenido en cursos que he impartido, la inmensa mayoría son muy inteligentes y personas con buena intención y voluntad. El motivo principal por el que la mayoría de ellos no aplica lo aprendido en los cursos es porque cuando vuelven al trabajo se encuentra con tal inercia de sus patrones habituales y con tal cantidad de trabajo que acaban abrumados y bloqueados. En algunos casos incluso acaban más desmotivados y frustrados que antes, por no poder implementar las buenas intenciones con las que salieron de esa última fantástica formación.
Os aseguro que la mayoría de los directivos que hoy están en grandes compañías trabajan más y más duro que nunca antes. Trabajo con ellos y les conozco bien. Están realmente atrapados en un sinfín de emails, llamadas, reuniones, proyectos y múltiples demandas compitiendo por una atención y energía cada vez más escasa… Además tienen más inestabilidad laboral que nunca antes y están sometidos a una presión y una incertidumbre crecientes. La mayor parte de ellos ya tienen bastante con sobrevivir en su día a día, y no pueden ni plantearse su desarrollo a medio o largo plazo.
Ahí entramos los coaches ejecutivos. Nosotros podemos ayudar a esos líderes; y no solo a que puedan entender lo que les pasa y sepan lo que tienen que hacer, sino también a que realmente lo hagan. Un coach ejecutivo es una profesional que trabaja con un líder durante un tiempo determinado y se asegura de que hace lo que sabe que debe hacer, pero que suele posponer para mañana. Un mañana que, sin ayuda, casi nunca llega.
He jugado a baloncesto en serio durante años, sin llegar a ser un profesional. Durante esos años también trabajé duro en el gimnasio y cuidé mi alimentación con bastante esmero. Sé mucho mejor que la mayoría de la gente lo que hay que hacer para estar en forma, para sentirme mejor físicamente y para alimentarme adecuadamente. Estoy motivado para ello porque sé que es importante para mi salud y bienestar ¿Lo hago? No, sin la ayuda de mis “coaches”, sobre todo en este caso de mi entrenador personal. Saber la teoría no garantiza que vayas a implementarla.
Hace años pensaba que esto de tener un entrenador personal que está contigo durante todo el tiempo que estás realizando una actividad física era un comportamiento esnob, un lujo para gente a la que le sobra el dinero o que no sabe cómo gastarlo… Hoy pienso completamente diferente. No solo no quiero prescindir de él, sino que creo que es el mejor modo entrenar si de verdad quieres conseguir resultados significativos en un tiempo razonable y con la seguridad y calidad adecuada.
¡Que es caro! Sí, seguramente. El coaching ejecutivo de calidad no es nada barato. Ahora bien, para una gran empresa (o para una no tan grande), ¿cuál es el coste de tener a sus máximos responsables viviendo enterrados en un frenético y frustrante día a día donde van apagando fuegos y donde una eventual iniciativa de formación no sirve nada más que para frustrarlos más y sacarlos del trabajo durante varios días? ¿Cuál es el impacto en sus clientes, en sus equipos, en la cuenta de explotación y en la sostenibilidad de su compañía y de sus vidas? ¿Qué pensáis? Me gustaría conocer vuestra opinión.
Sé feliz, P.
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