Trabajo estos días con un cliente que se está certificando como coach profesional y tengo el honor de acompañarle como su coach/mentor en ese proceso. Él es quien me inspira esta entrada. Va a ser un excelente coach porque tiene un gran propósito al que aun le falta plasmar en una poderosa y valiente visión. Y ese es uno de los aspectos en el que estamos trabajando: el secreto para vivir una vida con sentido es el propósito y su plasmación en una poderosa visión.
Cuenta una vieja historia que en una antigua e importante ciudad europea en el medievo había tres hombres trabajando en una obra. Los tres estaban colocando piedras, una tras otra, que iban uniendo con argamasa.
Se acercó un peregrino al primero y tras saludarle le preguntó con curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Casi sin mirarlo, incluso algo molesto ante quien pregunta lo obvio, el hombre que estaba trabajando le dijo que estaba poniendo ladrillos.
Se acercó el peregrino a un segundo hombre que estaba trabajando unos metros más allá y con la misma curiosidad, tras saludarlo, también le preguntó sobre qué era lo que estaba haciendo. Este segundo hombre le dijo que estaba levantando una pared.
Aun tuvo curiosidad el peregrino para acercarse al tercer hombre que estaba unos metros más allá y tras saludarle también le pregunto sobre qué era lo que estaba haciendo. Este tercer hombre, miró con entusiasmo al peregrino y le espeto: estoy construyendo una hermosa catedral.
Reflexionemos por un momento en las diferencias entre los tres hombres que estaban trabajando. ¿Qué determina la calidad de su trabajo y, aun más importante, la calidad de su vida. Las competencias o habilidades para el trabajo que están hacienda son bastante básicas y probablemente no sean muy diferentes entre ellos.
También está su actitud. Aunque el primer trabajador parece tener una reacción más desairada hacia el peregrino ello no parece indicar que la actitud hacia su trabajo sea negativa. Una actitud inadecuada en alguno de ellos produciría que se distrajera con facilidad, que se impacientara, que se mostrara descuidado en su tarea o incluso negligente… Pero también podemos asumir, en lo que se nos explica en la historia, que los tres pueden tener una actitud correcta.
Lo que sí queda de manifiesto claramente es su diferente visión de lo que es su trabajo. Y esa visión influye sin duda tanto en la calidad de su trabajo como en la calidad y sentido de su existencia.
¿Cómo aplica esto en nuestras vidas? Sin visión tu vida decae, va a la deriva y deviene reactiva. Por reactiva entendemos que es gobernada por otros, por sus visiones o por sus deseos. Una vida en la que sobrevivimos. ¡Es así de sencillo y brutal!
Una visión vívida y poderosa sobre nuestra vida y trabajo, basada en un propósito que nos aporta sentido, es el secreto para una vida en plenitud. La visión crea una estructura futura donde todas tus acciones encajan, ayudándote a ver cuál sera el resultado de tus esfuerzos. Te aporta motivación, te da energía y hace sostenible en el tiempo tu desempeño. Te ayuda, además, a distinguir entre lo que vale la pena o no.
Y cuando hablamos de organizaciones, una visión compartida por cada miembro de un equipo es clave para la motivación y desempeño de todos ellos. Cuando un equipo sostiene una visión compartida ven los riesgos de construir una catedral mucho menores, mostrando mayor pasión y compromiso que cuando esta visión compartida no existe.
Y cuando las personas ven además que esa visión compartida es además perfectamente compatible o complementaria con sus visiones personales, entonces entramos en el terreno de los incrementos de productividad sostenidos que conducen a niveles elevados de contribución, rendimiento y rentabilidad.
Entonces, tú, en tu vida y en particular en tu trabajo: ¿estás construyendo una pared o una fantástica y maravillosa catedral?
Sé feliz, P.
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1 Comment
Maravillosa historia y que importante es la visión en nuestra vida, pero muchos ni siquiera tenemos idea a veces de lo que queremos y muchas veces nos dejamos llevar como hoja que el viento lleva.