“Pensamientos para mí mismo” son breves reflexiones breves inspiradas en el Estoicismo que, puestas negro sobre blanco, me ayudan en la costosa integración en mi día a día de comportamientos para ser una mejor persona y para tener una vida más dichosa. En su primera entrada puedes conocer mejor el porqué y contexto de esta serie.
En este enlace tienes acceso a todas las entradas ya publicadas.
Sin más, aquí va la siguiente reflexión:
¿Eres consciente de la gran diferencia que existe entre dignidad y respeto? Las personas que pierden los estribos con cierta facilidad y se enfadan con frecuencia a menudo se quejan de no ser respetadas. Pero el respeto es algo que no puedes controlar. Es algo externo a ti. Solo la dignidad depende de ti, está dentro de ti, y nadie te la puede quitar.
Sin duda es agradable y deseable ser respetado. Y más cuando lo sentimos como algo merecido y lo recibimos de personas que apreciamos y valoramos. Sin embargo, no es algo que dependa de nosotros.
¿Por qué crees que tienes derecho a que todo el mundo te respete? ¿Juzgas tu valía o tu dignidad por el modo en que eres tratado por los demás? Si es así, tú solo te estás predisponiendo a sufrir estrés e indignación sin sentido, estériles. Tu bienestar no puede depender de circunstancias fortuitas y erráticas como el comportamiento, la actitud o el sentido de justicia de otra persona.
Sin embargo, actuar con dignidad, de acuerdo con nuestros valores, respetándonos a nosotros mismos, es algo nuestro, nos pertenece. Siempre. Incluso cuando nos enfrentamos a la adversidad, cuando nos coaccionan o amenazan, o cuando alguien trata de humillarnos, la dignidad permanece bajo nuestro control, siempre que no renunciemos a ella.
A este respecto es valioso el ejemplo de Catón el Joven*, que tanta influencia tuvo en figuras más conocidas como Séneca, Marco Aurelio y otros muchos estoicos posteriores. Catón fue un palmario ejemplo de alguien a quien nunca le preocupó lo que otros pensaran de él, lo que le dijeran o lo que le hicieran. Incluso cuando le amenazaban de muerte, él se mantenía consecuente con sus principios.
Si te quejas por haber no haber sido respetado, muestras tu vulnerabilidad y debilidad de carácter. ¿Acaso puede alguien atribuirte un vicio, sino solo tú? ¿Acaso pueden tu honestidad o tu decencia serte arrebatadas por otra persona? No te quejes por ese sinsentido. Aquellas son palabras o acciones que no puedes controlar. Preserva tu dignidad. Sé una persona cabal, juiciosa y moralmente sustanciosa. El resto es ruido, aire y palabrería.
Cuídate, P.
* La mejor obra hoy para conocer la increíble biografía de Catón el Joven posiblemente sea Rome’s Last Citizen, de Rob Goodman y Jim Soni, desafortunadamente solo en inglés. Una buena alternativa en español se puede encontrar en las Vidas Paralelas (volumen VIII en Biblioteca Clásica Gredos), de Plutarco.
Otras entradas de la serie:
Pensamientos para mí mismo I: competencias cruciales para el éxito
Pensamientos para mí mismo II: sobre la naturaleza humana
Pensamientos para mí mismo III: el éxito o el fracaso no dependen de ti. Ser una persona honorable, sí.
Pensamientos para mí mismo IV: ¡no seas botarate, cuida tu cuerpo!
Pensamientos para mí mismo VI: dinero y carácter (1/2)
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6 Comments
Gracias Pablo me ha parecido muy interesante.
Un cordial saludo, José María Ortega
Gracias Pablo, por aceptarme en LinkedIn y así descubrir tu blog!!!!
Gracias a Tim Marisa.
Gracias a ti, José María.
Gracias Pablo, tus palabras me han hecho sentir mucha fortaleza en mis pies, me han traído mucha serenidad.
Un abrazo fuerte, Pilar.