Uno de los desafíos habituales que nos encontramos en el coaching ejecutivo con altos directivos es combatir lo que se conoce como el sesgo de confirmación. Se trata de un proceso humano normal, automático, que afecta a cualquier persona, por el que el cerebro, en un esfuerzo por mantener su eficiencia, busca y acepta solo información del entorno que demuestre que su pensamiento es correcto.
Este mecanismo biológico es reforzado también cuanto mayor es el tamaño del ego de una persona (conectado a narcisismo) y cuanto menor sea su humildad. Y ya hemos visto aquí y aquí que casi todo el mundo necesita y puede mejorar en ambos aspectos.
Cuando este fenómeno del sesgo de confirmación afecta a un CEO o un Director General, la propia viabilidad de la empresa puede quedar afectada, pues su influencia hace que todo su círculo promueva ese sesgo de confirmación, se cometan errores garrafales y se genere un clima de desmotivación e indefensión aprendida. El sesgo de confirmación es uno de los principales motivos por el que ideas equivocadas persisten en el tiempo.
Personalmente, lo he vivido frecuentemente en mi etapa como director de recursos humanos. He visto cómo mis jefes (primeros ejecutivos de la compañía) o mis compañeros del comité de dirección se encaprichaban por algú motivo de cierto candidato en concreto y eso les cegaba a la hora de hacer un proceso de selección objetivo. De modo inconsciente, los pasos que daban en el proceso, desde las entrevistas que hacían o el análisis de la información sobre ese candidato y otros, estaban condicionados por el hecho de que querían a esa persona.
Algo similar ocurría en decisiones críticas de gestión (incrementos salariales, promociones, gestión del desempeño, etc.) con algunas personas que ya estaban en sus equipos. Ayudarles a que se dieran cuenta de ese sesgo para poder tomar mejores decisiones y evitar problemas mayores fue uno de los desafíos más destacados que viví en aquella época.
Además, las personas que con frecuencia muestran este sesgo tienden a relacionarse con aquellos que piensan como ellos. De este modo, ven que son muchos los que comparten ese punto de vista por lo que eso debe ser verdad. Si eres o has sido miembro de un comité de dirección o equipo similar, estoy seguro de que sabes de lo que hablo.
Lo mismo pasa en la sociedad en general. Facebook es un triste ejemplo de sistema que nos presenta la información sesgada según aquello que pensamos o queremos encontrar. Muchas cadenas de televisión basan su estrategia para fidelizar a su audiencia en dar contenidos pensando en lo que ‘su parroquia’ quiere oír. Casi todos seleccionamos a quién seguir en Twitter basándonos en nuestras creencias y filias.
Y en la calle o en los grupos de WhatsApp son muy pocos los que están abiertos a debatir de verdad, a escuchar a alguien de quien se discrepa, y a llegar a cambiar de opinión. Suelen ser ‘diálogos’ de sordos donde cada uno ofrece argumentos que refuerzan lo que ya piensa, con la absurda intención de querer mostrar que se tiene razón, cuando nadie está dispuesto a renunciar a la suya. Ello pasa, por ejemplo en España, en conversaciones sobre ‘el procés’ en Cataluña, sobre la monarquía o la república, o sobre la ley de la violencia de género, entre otros temas.
El sesgo de confirmación no se puede evitar. Nos afecta a todos. Tiene un sustrato biológico y por tanto forma parte de nuestra naturaleza. Aceptar esta afirmación y nuestra vulnerabilidad es quizá la primera estrategia para poder combatirlo, para poder gestionarlo adecuadamente.
Cuanta más responsabilidad tienes, mayor debe ser tu interés por combatir este sesgo. Como líder, debes ser capaz de reconocer tus prejuicios y cómo estos afectan a tu criterio, a tu capacidad para gestionar personas y para crear culturas de trabajo estimulantes y motivadoras. Algunas estrategias exitosas para mejorar este sesgo son:
1. Practica el observador desapegado con frecuencia y date cuenta de cómo tu percepción y cognición te llevan en línea con el sesgo de confirmación. Busca espacios para reflexionar sobre ello con regularidad.
2. Exponte a personas y situaciones diferentes. Busca la diversidad, no solo como medio para enriquecer tus puntos de vista y la toma de decisiones en tu equipo, sino también como mecanismo para desafiar y ampliar tu modo de ver el mundo, tus creencias y suposiciones.
3. Haz preguntas diferentes. Evita preguntas sesgadas, y aquellas que proyectan tu modo de pensar. Por ejemplo, en vez de preguntar a tus colaboradores si piensan que determinada idea (tuya) es buena para mejorar algo, trata de generar un debate con ellos sobre ideas para mejorar ese algo.
4. En línea con lo anterior, mejora la manera en la que propones tus ideas y en la que indagas sobre estas y sobre las de los demás.
5. Infórmate por medios que no son afines a tus ideas. Escucha a personas que opinan diferente de ti. Promueve estas diferencias en tu equipo. Ya sé que cuesta, pero si lo puedes hacer es un gran modo de cuestionar algunas de tus ideas y de desarrollar la empatía y otras importantes competencias emocionales.
6. Utiliza la técnica del ‘Abogado del Diablo’. Cuando se deba decidir algo importante en un equipo, una o dos personas (yo prefiero que sean dos; y suele ser de modo rotatorio) ejercerán de oponentes a lo que se diga. Deben mostrarse en desacuerdo con la propuesta dominante en la conversación y argumentar el porqué (no tienen por qué estar de acuerdo con lo que dicen). En el fondo, se trata de promover el desacuerdo y el conflicto sobre ideas.
7. Utiliza el ‘análisis premortem’. Se trata de colocarse en la situación de que un proyecto ha fracasado, antes de tomar la decisión de crearlo. Y entonces se indaga en las razones del fracaso, que sirve para tomar la decisión sobre la viabilidad de ese proyecto o idea. Al ponernos mentalmente en el futuro, en la situación de que el proyecto ha descarrilado, emerge con más fluidez perspectivas que en otro contexto son difíciles de expresar.
Por otro lado, estar cansado o presionado reduce nuestra capacidad para darnos cuenta de que podemos estar cayendo en este sesgo. También se reduce esta capacidad cuando intentamos hacer varias cosas a la vez o rápidamente (multitasking). La ansiedad y el estrés son caldo de cultivo para que el sesgo prolifere.
En el mundo de la seguridad aérea existe un ‘check-list’ para la tripulación que podemos importar en cualquier situación donde debamos tomar decisiones importantes. Se trata de la regla nemotécnica ‘I’M SAFE’ (estoy seguro), que dice que Illness, Medication, Stress, Alcohol, Fatigue y Emotion, todas ellas degradan nuestra capacidad para tomar buenas decisiones.
Se requiere mucha valentía, gran determinación, una notable confianza en uno mismo y habilidades sociales de cierto nivel para desafiar a una persona con poder que puede estar cayendo en el sesgo de confirmación. Por eso, como directivo debes hacer un trabajo personal poderoso para evitar caer en este sesgo, porque no es fácil recibir ayuda externa. Esta es otra de las utilidades de trabajar regularmente con un buen coach ejecutivo.
El sesgo de confirmación es muy difícil de superar, tanto en el plano profesional como en el más personal. A los seres humanos no nos gustar estar equivocados y de modo inconsciente buscamos pruebas y evidencias que muestren que nuestro camino es el correcto. Sin embargo, con las estrategias que hemos enunciado anteriormente, puedes mejorar significativamente y establecer relaciones más provechosas que creen un contexto más estimulante y exitoso en tu organización y en tu vida.
Cuídate, P.
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10 Comments
Muy útil Pablo. Me sirve mucho la claridad en tus exposiciones. Coincido en que todos lo padecemos y que un paso muy importante es reconocerlo y aceptarlo para poderlo gestionar. A mi me sirve una pregunta que minimiza el sesgo, me oregunto: En qué podría estar equivocado? Facilita el buscar evidencias contrarias a mis ideas. Gracias y yo a seguir ejercitando la apertura y la humildad!
Gracias, Daniel. Excelente pregunta que puede ser otra de las recomendaciones para superar este sesgo y para cultivar la humildad: ¿en qué podría estar equivocado? Abrazo.
Muy buen artículo y con mucha aplicación sobre temas de actualidad, como los ejemplos que has dado de Cataluña y la violencia de género. Explicas muy bien una idea que yo ya tenía, que la gente solo escucha en realidad a los que opinan lo mismo y quee confirman lo que piensan, incluyendo los oyentes de radio y televisión. Me temo que al dar esta opinión yo también estoy cayendo en un sesgo de confirmación, aunque conscientemente
Jajaja, tampoco te obsesiones, Manuel. Me alegra de que te sirva mi artículo para encuadrar mejor algo que ya sabías. Abrazo.
Muy buena entrada Pablo. Me apunto la reflexión a nivel personal, porque si le he visto tan claro en otras personas ¡es que yo he padecido o padezco de lo mismo!
Eso es, José Alberto. Nosotros siempre primero. Es lo único que depende de nosotros y parece también que es la única forma de mejorar este mundo. Abrazo, amigo.
Gran artículo Pablo. Claro y enriquecedor. Coincido contigo y con Dani en ese gran paso de reconocerlo, con sincera humildad. A mi me sirve también observar la reacción del otro. Si aumenta su vehemencia, su tono, la reiteracion de sus argumentos, es probable que estemos los dos reforzandonos mutuamente este mecanismo. Como escuché en una ocasión, en ocasiones «puedes elegir entre tener la razón o tener la relación».
Gracias, Antonio. Como siempre digo, escribo en parte para atemperar mi carácter, para ponerme delante del espejo. Y veo que tú también te pones el primero ante las debilidades del ser humano. Abrazo fuerte.
Excelente reflexión, gracias por compartirla. Añadiría un detalle sobre el problema de la «Demostración». Cuando te enfrentas a una situación envenenada por un sesgo de confirmación, en muchas ocasiones se te demanda una demostración.
Dado que tu interlocutor ya ha decidido sin atender a las evidencias que puedas aportar, es una aproximación equivocada internar demostrar, porque toda evidencia aportada quedará cuestionada automáticamente. Y, peor, toda evidencia que aportes (recordemos, va a ser cuestionada automáticamente) va a quedar «quemada», y volverá a ser cuestionada si la vuelves a emplear en el futuro. Luego, por lógica, mejor no la aportes por si quieres utilizarla en el futuro.
En el libro «Pensar rápido, pensar despacio», Kahneman expone varios casos prácticos relacionados que son especialmente interesantes 🙂
Gracias, Román, por esta gran contribución. Gran libro el de Kahneman!