Muy recomendable lectura la de ‘How to live a good life’, de Jonathan Fields. Llegué a este libro por casualidad. Se titula igual que una de mis mejores lecturas durante el confinamiento de la pasada primavera y que he recomendado con entusiasmo. Resulta que este también me ha parecido una gran propuesta, clara y práctica, para cómo conseguir vivir una vida en plenitud. Lamentablemente, no está traducido al español.
Fields propone que pienses en tu vida como si estuviera formada por tres cubos. El primer cubo se llama Vitalidad y muestra el estado de tu mente y tu cuerpo. El segundo se llama Conexión, y muestra el estado de tus relaciones. El tercero, Contribución, muestra cómo contribuyes al mundo. Cuanto más llenos estén tus cubos, mejor será tu vida.
Cuando los tres cubos están rebosantes a la vez, la vida vibra y fluye con plenitud. Es lo deseable. Pero si uno de los cubos se vacía, te sentirás mal. Si son dos los que se vacían, el dolor te embargará. Si se secan los tres, no tendrás vida.
Y así el autor estructura el libro con recomendaciones, palancas, para llenar los 3 cubos. También ofrece un modo ágil para que cada uno pueda evaluar cuán llenos están sus cubos.
Todo el mundo sabe que sin salud somos poca cosa. Es muy difícil sentirse feliz o dichoso si nuestro cuerpo, o incluso peor aún si nuestra mente, nos abandona. Es difícil disfrutar de todo lo maravilloso que la vida puede ofrecerte si el cuerpo está limitado en su funcionalidad. No solo eso. Un cuerpo con vitalidad es también el mejor contenedor para ese paquete de casi 1,4 kilogramos donde reside nuestra consciencia, donde procesamos si vivimos o no una buena vida.
¿Qué es realmente la vitalidad? Se trata de un estado óptimo del cuerpo y de la mente. Incluye el sentirte:
Se puede ver que la vitalidad no incluye solo al cuerpo. Cuerpo y mente están estrechamente ligados, química y eléctricamente, en un circuito de feedback continuo y sin fisuras. El estado de nuestro cuerpo, su salud, fortaleza, enfermedad, capacidad o discapacidad… tiene un profundo impacto en la mente. Y lo mismo al revés. La depresión, ansiedad, tristeza, estrés, angustia…, todos crean síntomas físicos que deterioran nuestro cuerpo, crean dolor, inflamación y enfermedad.
Del mismo modo, la alegría, el amor, la pertenencia, el sentido, la paz y la serenidad crean una cascada de sentimientos positivos que afecta a cuerpo y mente.
Este cubo va de nutrir las relaciones. Incluye la relación de pareja, familia, amigos cercanos, compañeros y otros miembros de comunidades de intereses afines. Va sobre amor y lujuria, pasión y compasión, resonancia y pertenencia. También se trata de lo bien que nos relacionamos con nosotros mismos. Y para algunos, incluye incluso la relación con lo transcendente, con algo que es más grande que nosotros, sea Dios, Fuente, Destino, Conciencia Suprema, lo Divino…
Sin duda, somos animales sociales, nacidos para estar con otros. Cuando estamos con los otros más adecuados, de un modo adecuado, ocurre algo mágico. El ‘nosotros’ cobra vida y nuestro mundo, nuestra capacidad para florecer, crecer y comprometernos con la vida y la alegría se expanden.
Cuando estamos con las personas equivocadas, de un modo inadecuado, o aislados de las personas adecuadas, todo se achica. Cuando estamos completamente solos, aislados de la humanidad, primero perdemos la cabeza, para después marchitarnos y morir.
Para llenar el cubo de la conexión, necesitamos encontrar y estar con ‘nuestra gente’. Aquellos a los que podamos amar y que nos amarán. Aquellos con los que podamos establecer amistad, con los que podamos jugar y reír. Los que servirán como fuente de aceptación, lealtad y pertenencia. En otras palabras, aquellos que simplemente nos entienden.
Cuando pensamos en las relaciones en nuestra vida, lo que necesitamos es sentir que:
Este cubo trata sobre cómo aportas o contribuyes al mundo. Y por mundo entendemos incluso el caso de una única persona a la que sirvas. Se trata de esa sensación de que estás aquí haciendo lo que viniste a hacer, algo relevante y significativo.
Es como un sentido de vocación que tira de ti, más que algo que te empuja. Sientes que puedes acceder a todo tu potencial, a tus fortalezas y dones, sin dejar nada guardado, y las pones al servicio de la mejora de algo o alguien. Es experimentar por momentos esa sensación de conexión profunda contigo y tu humanidad, de entregarte absorto a algo o de experimentar estados de casi trance, donde el tiempo no transcurre… Experimentas que puedes expresarte en plenitud, que eres visto, escuchado y tenido en cuenta.
La otra gran aportación de Fields en este libro es lo que denomina las tres leyes de los cubos.
Primera ley. Los cubos tienen fugas. Al inicio de nuestra vida los cubos están nuevos y relucientes, sin abolladuras ni grietas. Pero con el tiempo, se estropean, comienzan a oxidarse, pierden parte de la pintura y sufren desperfectos; con el tiempo, esos desperfectos devienen en pequeñas rajas por donde gotean los cubos. Solo un poco, nada grave, pero lo suficiente para saber que no podemos llenarlos y que se mantengan así colmados de por vida. Si los abandonamos, se vacían. Y así la vida. Nuestra tarea es, pues, seguir haciendo cosas para mantenerlos llenos; nunca descuidar ninguno de los tres durante demasiado tiempo como para que se vacíe.
Segunda ley. El cubo más vacío arrastrará a los demás hacia abajo. Es fácil de entender. Si descuidas tu cubo de la vitalidad, será difícil que puedas contribuir a los demás o mantener relaciones en plenitud. Si descuidas el cubo de la conexión, será difícil encontrar la energía para hacer las cosas que los cubos de la vitalidad y la contribución requieren para mantenerse en un buen nivel. Si descuidas el cubo de la contribución, dedicando todo tu tiempo y energía a actividades que no te aportan sentido o que vacían tu alma, tendrás dificultades para encontrar las reservas necesarias para cultivar relaciones gratificantes y una mente y cuerpo con más vitalidad.
Todos los cubos están conectados. No podremos llenar ninguno en su máxima capacidad si los otros dos no están en un nivel razonable. Quizá puedes descuidar alguno durante un tiempo, pero no abandonarlo porque eso arrastrará el nivel de los otros hacia abajo.
Tercera ley. Los cubos nunca mienten. A veces podemos caer en cierta complacencia o autoengaño al estimar cuán llenos o vacíos están los cubos. Quizá puedes pensar que están más llenos de lo que realmente están o que son más fáciles de llenar de lo que realmente son. Pero en el fondo, los cubos no engañan. Si dejas que uno se vacíe, de nada te servirá toda tu convicción de que tu vida está bien. Está bien ser optimista sobre el futuro, pero nunca sin dejar de ser honesto sobre el presente.
Esta es la sugerente propuesta del autor sobre cómo tener una buena vida. Y a la vez desafía al lector a ponerse en marcha, ofreciéndole dos caminos. Uno, un plan de choque a 30 días para llenar los cubos cuanto antes. Otro, un camino más a largo plazo, con 10 grandes palancas para llenar cada uno de los tres cubos.
¿Cómo están tus tres cubos?
Cuídate, P.
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